¡Oh, Carxofari!

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  • Periodista

      ¿Vería Vd., con buenos ojos que a las empresas que discriminan salarialmente a las mujeres, que desempeñando el mismo trabajo cobran menos, se les sancionara?... ¿Qué se hiciera una iniciativa legal en ese sentido?

    Presidente de Gobierno

    No, no, no. Vamos a ver, los gobernantes debemos de ser muy cautos a la hora de saber cuáles son nuestras competencias y cuáles no. Y desde luego no hay ninguna que sea igualar los salarios. Que el gobierno empiece a fijar los salarios de las empresas... No me vería yo diciendo lo que tienen que cobrar Vds., por ejemplo.

    Periodista

    ¿Ni siquiera diciendo que si una mujer y un hombre hacen lo mismo, deberían cobrar lo mismo?

    Presidente de Gobierno

    No nos metamos en eso... Demos pasos en la buena dirección, que normalmente es como se resuelven mejor los problemas.

     

    Hay días que me gustaría profesar una fe y creer ciegamente en alguna entidad superior a mí para delegar mi responsabilidad y libre albedrío depositándolos ambos en manos divinas. Y que sea lo que La Entidad quiera... Me relamo sólo de pensarlo. Es el problema que tiene ser #nonbeliver, que no contemplamos que un ‘algo’ superior asuma la responsabilidad de nuestros actos. Ser #nonbeliver conlleva ciertas obligaciones mentales y acarrea, a su vez, contradicciones ciertamente complejas de gestionar. Te confieso que, hay ratos, que anhelo tener a quién achicar responsabilidad, criterio, cerebro... Qué sé yo qué... Se me viene a la cabeza la escena de la gran Chus Lampreave en 'Mujeres al borde de un ataque de nervios', de Almodovar, cuando no tuvo más remedio que *verdar al decir "Lo siento, señorito, pero yo soy testiga de Jehová y mi religión me prohíbe mentir. Yo solo puedo decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. (...) ¡Ya me gustaría a mí mentir, pero eso es lo malo de las testigas, que no podemos!"... Pues, igual; que ya me gustaría a mí delegar cerebro, pero eso es lo malo de ser #nonbeliver, que nos resulta imposible delegar raciocinio. Para mí, el verdadero paraíso terrenal sería inhibirme de mi responsabilidad... Que me sale regulero este Fémur porque todavía no sé qué devenir sufrirá el relato, pues será así porque así lo ha dispuesto La Entidad Superior. Que tengo que negociar bajo palio un #tantoporcién de comisiones para financiar ilegalmente mi partido a cuenta del contribuyente, pues lo negocio, confieso mi culpa en sede judicial, entono el #avemaríapurísima & #HerePaceAndTomorrowGlory

    Por eso, por puro agotamiento mental, esta semana me he hecho carxofari. Como lo lees. Yo, que me he desgañitado otrora en proclamas contra la Conferencia Episcopal por anteponer creencias a realidad. Yo, que me he llenado la boca de #selfconcious, apelando a la neurona... He acabado abrazando el **dogma de una manera absoluta, sin fisuras, sin remordimientos... Y sin culpa, que es lo más dramático. Ser carxofari me ha devuelto la ilusión. He visto la luz haciéndome adoratriz de la alcachofa, que en valenciano es carxofa. Me he venido muy arriba... ¡Oh, Carxofari!... Justo me acababa de hacer unas alcachofas al vapor con aceite de oliva y limón y me las estaba cenando. Tenía el tenedor en ristre, una copa de vino en la mano y a Rajoy recortado en el horizonte televisivo de El Intermedio perpetrando el diálogo de obertura del post. He ahí un Presidente de Gobierno delegando su cerebro, pensé, temblando de indignación mientras mi cerebro recuperaba, a toda hostia, las otras ocasiones en las que el Presidente del Gobierno delegaba responsabilidades mentales. Y así, una tras otra, como en los créditos de una película, volví a leer, de tirón: “Cuanto peor mejor para todos y cuanto peor para todos mejor, mejor para mí el suyo, beneficio político”, “Es el vecino el que elige al alcalde y es el alcalde el que quiere que sean los vecinos el alcalde”, “España es una gran nación y los españoles muy españoles y mucho españoles”, “Somos sentimientos y tenemos seres humanos”, “Quien me ha impedido cumplir mi programa electoral es la realidad”, “Esto no es como el agua que cae del cielo, sin que se sepa exactamente por qué”, “Una cosa es ser solidario, y otra es serlo a cambio de nada”.

    Justo en ese momento, en ese preciso instante en que notaba cómo la impotencia, la rabia, la indignación y la incredulidad me trepaban como una hiedra venenosa, cortándome la circulación de retorno de los tobillos, que me estaba ya quedando verdiazul por falta de riego, sentí la llamada... Cerré los ojos a la realidad, inspiré profundamente, e introduje un corazón de alcachofa en mi boca... Y cling-cling, cling-cling, cling-cling... Campanita y, otra vez, Philippe Jaroussky interpretando el Lascia ch'io pianga de Hendel como en aquel Fémur sobre la compasión de hace unos meses. Abrí los ojos de nuevo mientras aquel corazón acariciaba mi glotis y las paredes internas del esófago se me estremecían al contacto con la ligereza de las cuarenta y siete calorías de carne vegetal aliñada, sintiendo todo el potasio, el calcio, la B12, la B6, y el Magnesio, el Hierro, y hasta la C de la Vitamina C adentrarse en mi organismo, depurándolo... Que no hay corazón más depurativo que el de la alcachofa. El éxtasis, fue. Así te lo digo. ¡¡¡Éx-ta-sis!!! Para mí fue que levité y todo, aunque no te lo podría afirmar religiosamente porque se me nubló la vista del gustirrinín y no sabría ahora ir al concreto científico de lo vivido porque: quién concreta el instante místico cuando acontece... “Nada te turbe. Nada te espante. Todo se pasa”. Eso es lo único que supe, que nada me turbaba el ánimo. Y me postré. Me postré mucho. Me postre en dos ante Carxofari, la divinidad facilitadora de aquel estado de ingravidez mental. Y hasta hoy, que he salido de la inturbación para contártelo, por si veías que ya me retrasaba en mis entregas dominicales y estabas en un ay. Que igual te apetece hacerte carxofarí a ti también para sobrellevar a ratos la realidad.

     

    * Verdar: Me parece muy fuerte que exista un verbo para “mentir” y que necesitemos tres palabras para “decir la verdad” sin que exista un verbo ad hoc. Así que, verdar, es decir la verdad. De la primera conjugación –ar.

    **"Prorsus est credibile, quia ineptum est" (Se cree precisamente, porque es absurdo) Tertuliano, De Carne Christi

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