L’Iber

  • WhatsApp
  • Yo no soy de soldaditos
    Es lo primero que pensé el día que, por curiosidad, quise entrar en el único museo de Valencia que no conocía: el Museo L’Iber de Soldaditos de Plomo. “Son cinco euros”, me informaron en la entrada. “¿Por ver soldaditos?”, solté con todo el prejuicio que pude imprimirle a mi voz. “Es la mayor colección del mundo”, me sugirió amable... Me fui. Me fui dando por bueno el proverbio que dice que ‘es más fácil que un buey almizclero haga el pino puente que un ser humano cambie un prejuicio’. El pasado Día Internacional del Museo, como era gratis, volví a última hora de la tarde; así como para completar el sello que le faltaba a mi cartilla de ‘Visitante de Todos Los Museos”. Nada más pisar el empedrado original, cruzar el majestuoso arco de la entrada y encaramarme por la escalera del patio interior por el que se accede al Museo, ya me estaba arrepintiendo por no haber entrado antes. La colección se muestra en el Palacio de Malferit, en pleno Barrio del Carmen de Valencia, en un edificio gótico del siglo XV. “Jaume I donó una alquería y un huerto a su hombre de confianza, el Conde de Mercader. Este construyó un palacio en lo que hoy son los números 20 y 22 de la calle Caballeros de Valencia... Aquí vivieron los Borgia cuando aún eran los Borja”. En este enlace, haz clic, hay unas fotos estupendas: como esta del unicornio sin cuerno que remata la columna pegada a la ‘escalera colgada’, similar a la que se encuentra en el patio del La Lonja de Valencia.
    Dioramas y Vexilología
    Sólo por saber que estas dos palabras existen, y lo que significan, merece la pena salir un día de casa. Un diorama es “un tipo de maqueta que muestra figuras humanas, vehículos, animales o incluso seres imaginarios como punto focal de su composición, presentados dentro de un entorno y con el propósito de representar una escena”. En el L’Iber, estos dioramas muestran soldadito de plomo en casi todos los casos. Digo ‘casi todos’ porque otra sorpresa agradable es encontrar miniaturas de Tintín, Mafalda, Lucky Luke, Corto Maltés, Charlotte, Drácula, los héroes de la Márvel, o el Halcón Milenario de La Guerra de las Galaxias. Y hasta figurines de moda de Balenciaga. Todo esto que te acabo de decir es sólo una sala de las catorce donde se distribuyen las 95.000 piezas que conforman la exposición que se ve (hay casi un millón de figuritas guardadas en el sótano por exponer que no se ven aún). Resulta complicado destacar una sala más que otra porque en todas encuentras curiosidades fascinantes; quizás la recreación de la Batalla de Almansa me impresionó especialmente por la ‘puesta en escena’. Hay unas 10.000 figuritas dispuestas sobre tierra traída expresamente del lugar físico de la batalla. Los 3x5 metros que ocupan este diorama en el centro del salón principal del palacio (no te pierdas los techos) han sido objeto hasta de un estudio topográfico para reproducir exactamente el espacio dónde ocurrió la contienda. Están reflejados al milímetro los distintos ejércitos, la disposición en el terreno, los uniformes, las armas. La vexilología, que es el estudio de las bandera, llega aquí al extremo de pintar de blanco algunas porque no se ha conseguido saber el diseño original de manera fidedigna. Como te digo, difícil resaltar una más que otra, te vas a la del torneo en Inglaterra de Tirant lo Blanc, o con la Batalla de Poitiers de 1356 y en todas encuentras algo que te atrapa (consulta aquí el resto de colecciones si quieres).
    De aquel juego, este museo
    Me seduce mucho la idea de que el museo de figuras históricas en miniatura mas completo del mundo sea, de alguna manera, el resultado del juego de un niño con soldaditos de plomo. Es extraordinario que algo así de inocente acabe convertido en una afición tan seria, que impregna toda una vida, y que es dejada en herencia a los tuyos, que toman el testigo. Me ha llamado la atención también el nulo belicismo que desprende el lugar y el gran respeto por la historia que existe a la hora de contarla en este ‘formato’ tan visual.  De hecho, se puede hacer un repaso cronológico desde la Prehistoria hasta hoy, (te recomiendo la visita guiada). A la salida encuentras la tienda del museo, un lugar al que acuden coleccionistas de todo el mundo en busca de la pieza que les falta, y en donde han habilitado espacio para que los niños puedan pintar, leer, o jugar. Además de la exposición, en el Salón de los Tapices del Palacio de Malferit, se ofrece actividades tan diversas como: presentaciones de libros, conferencias, lecturas teatrales, cursos de narrativa, cursos de idiomas. Y si te haces Amigo del Museo tienes acceso a una biblioteca de las de perderse entre volúmenes de Arqueología, Epigrafía, Filología Clásica o no sé cuántos de novela histórica, y de literatura en valenciana… Menos mal que no han puesto una cafetera con café gratis, porque no me sacan de allí ni con espátula. 
    Fotografía: Pilar Albelda (Museu L'Iber)
    (Gracias Concha, Reme y Javi, por toda la información extra y la generosidad en las explicaciones.)

    5 responses to “L’Iber

    1. Una vegada vam anar, de passada, amb l'alumnat del meu grup, en un dels viatges-excursions a la capital. Ara, llegin-te, m'ha fet gana de tornar mes tranquileta i gaudir de la visita. Quan vas amb xiquets/etes, no pots pedre'ls de vista i l'últim què penses, és en disfrutar dels entorns visitats. Gràcies, Fani

    2. Debes asisitir a alguna de las muchas presentaciones literarias o conferencias que se realizan en el museo L´Iber o "La catedral" como a mi me gusta llamarlo cariñosamente.

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *