El último machista

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  • La autoestima se aloja en un espacio pequeñito detrás del transverso de tórax, que es un músculo precioso en forma de estrella engarzado a la cara interna del esternón y súper importante en la maniobra de exhalación del aire de los pulmones cuando haces ahhhh y lo dejas salir con alivio como harás al terminar esta frase que acabo de escribir sin comas ni puntos y seguidos... Puedes respirar y espirar de nuevo ahora, más despacio... Y de paso empezamos a ejercita el músculo de la autoestima, que está pegadito al trasverso y amarradito al Nervio Vago... Mestimoide, se llama, este músculo de fábula. Se trata de una parte de la anatomía que tenemos pendiente por explotar y desatar en todo su potencial las mujeres. ¿Qué no te suena?... Normal. Es que apenas se sabe de él. Su ubicación se conoce desde hace tiempo, pero no está muy documentada su existencia. Tan sólo hay una tomografía axial computerizada, esa técnica tan precisa que nos hace a lonchitas por dentro para que se nos vean los órganos como las aceitunas en una mortadela... Pero, estar, está. Y es. Contribuye a su falta de visibilidad que no cuenta con partidas presupuestarias, ni con campañas de marketing o publicidad, ni convoca foros, ni debates, ni conferencias internacionales. No existe registro de alguna Cumbre Sobre La Autoestima celebrada a lo largo de la historia de la humanidad. Nada.. Nothing. Niente. Nichts.

    Causas económicas están detrás de todo esto. No interesa fortalecer el mestimoide porque quebrarían demasiadas empresas. Qué digo empresas, la misma industria, quebraría. Si el músculo de la autoestima femenina estuviese debidamente optimizado cada día, a nivel global, y con toda su fortaleza, provocaría un cambio de paradigma, y esa perspectiva no entra en las ‘agendas’ del los dirigentes. Digo ‘-entes’ porque son hombres, todavía, los que dirigen el mundo. A pesar de llevar nosotras igualita cantidad de siglos vivas; no hay manera. La industria del machismo perdería millones... ¿Cómo que esa industria no existe?... La industria del machismo no sólo existe, sino que goza de una salud envidiable, y es el principal motor de industrias como la cosmética, la nutrición, la moda, la publicidad, la estética, el deporte, el audiovisual... Todos los que sacan tajada de nosotras saben, porque lo tienen más que estudiadito, que las consecuencias de tener un mestimoide fuerte y a pleno rendimiento serían catastróficas para ellos. Digo ellos porque las industrias mencionadas están comandadas por ‘-os’ hace años. La máxima obsesión, y preocupación, de los altos directivos de la industria del machismo en estos momentos es que las mujeres nos dediquemos, TODAS, a tener un cuerpo activo en lugar de perseguir un cuerpo atractivo, como aconseja a su amiga Chimamanda Ngozi Adichie en libro que acompaña la imagen de cabecera.

    Que ya sólo por verlos fibrilar y sudar gotitas frías nuca abajo por miedo a que se les acabe el negocio, merece la pena fortalecer el mestimoide. Pero, bueno, es lo de menos, eso. Lo importante es que, con la autoestima bien musculada, las mujeres pararíamos en seco, de raíz, de cuajo, de sopetón, todas a la vez, y para siempre, de querer ‘gustar’, complacer y/o agradar a quienes dirigen y/o participan de todas estas mandangas trasnochadas, sin contemplar que ‘lo femenino’ no pasa por la aceptación masculina, ni que todas las mujeres somos heterosexuales y cisexuales, o que nuestras vidas tienen pleno contenido independientemente de la tersura de la piel marcada por las exigencias del ‘mercado’. Existe otra razón más poderosa para apostar por el este músculo: A las proteínas, los lípidos, las sales, el glucógeno, el ácido láctico y el agua que componen la musculatura, el mestimoide suma una componente que lo hace único en nuestra anatomía: la dignidad. Una investigadora lo descubrió hace unos días, pero inmediatamente le silenciaron el descubrimiento desde instancias masculinas. No les servirá de nada, el ‘problema’ con la dignidad es que, allá donde se encuentra, acaba emergiendo con fuerza antes o después. Y ya ha trascendido. Y ya te lo estoy contando. Y ya estamos empezando a organizarnos en redes para promover y fortalecer al mestimoide como necesitamos. Me entra ahora un guasap explicando que existe una pregunta mágica para despertar el estimoides: ¿Esto que me están haciendo se lo haría yo a él?... Cuando la respuesta es NO, lo siguiente es carretera y manta.

    Se rumorea cada vez con mas fuerza (y aquí si que te reconozco que no dispongo de más datos para corroborarte algo tan crucial) que, si las mujeres consiguiésemos vivir con la autoestima al 100% desde que nacemos, dejarían de asesinarnos por querer vivir nuestras vidas en absoluta libertad, sin pedir permiso, sin buscar refrendo personal ni regencia profesional, sin permitir la sombra alargada de un hombre tapando nuestra valía, sin pedir perdón por SER. Dejarían de asesinarnos porque a la primera mirada humillante o primer menosprecio, al primer chantaje o gesto de control, a la primera grosería o falta de respeto, al primer amago de golpe físico o emocional, nos alejaríamos PARA SIEMPRE y sin mirar hacia atrás. Y no engendraríamos criaturas ni proyectos de vida, ni firmaríamos hipotecas de ningún tipo, ni dejaríamos tiempo de más para anidar culpa, inseguridad y desconsuelo. Dejarían de asesinarnos porque ya no seríamos víctimas. Y ese sería el final de tantos siglos de maltrato hacia nosotras. Sería el día del último machista.

     

    4 responses to “El último machista

    1. Acertadisima Fanny. Como siempre lees y dibujas escribiendo el pensamiento femenino. La autoestima es el latido primitivo de quererse a una misma. Por tanto. sentirse fuerte, original, talentosa, competente, solidaria, creativa, creciente, voluntariosa y sentimientosa (me gusta mas este término que emocional). Los que nos dedicamos a la enseñanza deportiva aprendiendo, comprobamos cada día que en la praxis del juego la igualdad es una realidad constatada y sólida. Y en la practica deportiva y rendimiento, un hecho. Soy conocedora y consciente que no hemos alcanzado aun plenos derechos pero el camino ya está muy caminado. Con mucho amor. Isa

    2. Vaig estar molts anys dormida, cap lluita em feia anar avant perque un dia, encara molt jove, algú em va dir que lluitar era una lluita perduda. Realment sòc encara una xiqueta en bolquers si de lluites parlem, però com diuen «nunca es tarde si la dicha es buena» i gràcies a dones com tu, ara lluite i continuaré fent-ho, i promet continuar ensenyant-me i ensenyant a les meues filles a entrenar el mestimoide. Gràcies!

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