entre la
brujería y la magia me decanto por la segunda en primera instancia para encontrar soluciones y que no se
me haga bola esta cuesta de enero, que apunta dura de roer. No os escribo desde
la fe, que no profeso, sino desde la heurística orientada a la búsqueda de
soluciones y recogida en el aclamado “Principio de Cabezonería”, que practico
religiosamente, y que demuestra científicamente que no importa cuantas veces
yerras sino cuantas veces intentas dar con la solución, pues cada intento es
‘de por sí’ un logro. Antes de formular mi petición, os comento un tema
delicado que tenéis que saber antes de venir a España... Si en alguna casa de
las que visitéis este fin de semana os escudriñan tras la mirilla, o notáis miradas
recelosas, o cuchicheos desconfiados, o escucháis muchos bep-bep de alertas de los móviles, o hasta encontráis los balcones
cerrados; no lo tengáis en cuenta... Dejad los regalos igualmente, por favor.
Las niñas y los niños son inocentes del comportamiento de sus madres y padres,
que podrían actuar así llevados por el miedo a la hoguera, digo a la cárcel. La
culpa la tiene el maléfico Gallardón, cuyas cejas siguen impidiéndole ver la
realidad, que quiere reformar el Código Penal para castigar a todo aquel que
acobije, ayude o asista a “sin papeles” de Oriente y Occidente (kilo y medio de carbón amargo le dejáis al
maléfico de Justicia, lo reconoceréis por la forma de estirge que adopta mientras duerme
abrazado al Maellus Maleficarum).
El año
pasado le dejasteis un regalo al Partido Popular por adelantado: la mayoría
absoluta. Tenéis que saber que, en lugar de hacer buen uso de tan valioso
presente, lo han utilizado como si fuese un juguete y están maniobrándolo a su
antojo desde entonces. Hacen y deshacen lo que mejor se ajusta a sus intereses,
por decreto y sin consenso. Les da igual llevarse por delante un hospital, una
escuela, un centro de acogida, o a cientos de jubilados que no pueden pagar sus
medicinas... No les importa cercenar los derechos de los trabajadores sirviendo
en bandeja sus cabezas, digo, sus despidos a la Patronal y al Estado (que actúa
ya como si fuese empresa privada). Se diría que tomaron el poder como un niño
malcriado que no presta atención a las instrucciones de uso del obsequio
recibido. En un año lo han desvirtuado, desarticulado y retorcido hasta
provocar desigualdad, deseperanza y desilusión a partes iguales. Lo han puesto
al servicio de los sistemas financieros y han gobernado de espaldas a los
ciudadanos, como si hubieran perdido los sentidos...
Ciegos a la realidad de la calle, sordos a las llamadas de consenso, mudos ante
las preguntas de periodistas, sin tacto con las discrepancias con sus teorías
centristas, y con una pérdida de olfato político alarmante (¿qué creen que
(des)harán los que vengan después?).
Os pido, por favor, que les retiréis el regalo que les disteis. No se han
portado bien... Si no funciona la magia, celebraré el aquelarre
en segunda instancia. Por demonios no será.
Muy
agradecida.
Fani, como siempre me dejas tocado…con fundamento.Un abrazo.
Ojalá se lo retiren Fani, pero creo yo que dirá Mariano que ya no tiene el tiquet de compra (igual que Camps con lo de los trajes, fíjate tú).
Desde luego vaya panorama terrorífico, espero que Rajoy y Cía nos dejen pasar bien el día de Reyes, al menos.
¡Un saludo!
Eres un crack i saps aplegar a tots. Petons ben forts per a tu i que eixos Reixos il.legals i sense papers et deixen, almenys, molt d'amor i felicitat.
Y los camellos que no les dejen nada, que les sienta muy mal.
Una semana más, me encanta leerte.
Oselin
He visto a los Reyes pasar por aquí de camino a España. No llevan buena cara. Creo que ya han leído tu carta y a alguien le van a dar una colleja. Si no es así guardarme sitio para el aquelarre.
Besos desde oriente
Y de paso que se lleven a uno que llaman Campechano; por vividor por cuenta ajena o parásito
¡Bravo principessa!
Ni los reyes de Oriente ni los de Occidente pueden regalarme un rato de magia, pero la princesa de las palabras juntas y tocapelotas, que toca las almas y no deja títere con cabeza ni vergüenza, SÍ
¿Para que queremos magos y encantadores de serpientes que nos roban la dignidad, la esperanza y el dinero? ¿Acaso no nos ilustra el "Señor de los anillos" -además de como los del "Oeste" les ganaron la guerra (la fría y las calientes) a los del "Este"- que el "anillo" sólo se precipitará en el fuego del monte del destino por su propio afán y el de su fiel servidor, el despojo esquizoide que se sacrifica por él y con él. No es Gandalf el Mago, ni Frodo el Mason, ni la Madre que los parió a todos, quienes salvan la tierra media, esa misma que ahora es presa de sus salvadores y depredadores.
En todos los lugares tanto en el día como en la noche hombre y mujeres empujados por la sed, van a beber a la fuente, y mientras beben de la fuente, la fuente les bebe a ellos…y algunos incluso se preguntan para que sirve la sed, pues la sed nos consume y nos devora como el fuego.
Gracias por estos sorbos de aguardiente de los viernes que al no apagar nuestra sed nos impelen a seguir bebiendo.
Gracias Reyes Magos por haberme traído esta lectura de regalo por anticipado.
Grande Fani
*suprimí el anterior comentario debido a una errata ;)*
¡Pero qué pluma qué tienes! Me encanta leerte. Como amante de la buena literatura te pido por favor que sigas, que me encantas. De todo corazón.
Metiéndonos en el meollo de la cuestión, yo pediría algo más: que el pueblo despierte. No hay "izquierda" ni "derecha" (ya que el que haya variedad es el camino hacia la democracia); sino más bien "arriba" y "abajo", generando así una jerarquización en lo que el sistema se configura por y para proteger a "los de arriba" de los intentos de liberación de "los de abajo". Así pues, nos encontramos con que estamos financiando un Estado que nos da la espalda para apoyar a los que no dan ni un duro. Y ahí, en ese preciso momento, es cuando la política adquiere su sentido más peyorativo.
Los gobernantes tienen que estar sometidos al pueblo y no al revés. Parece pequeña la diferencia, pero no; en la primera hablamos de democracia, en la segunda de una dictadura.
Sólo queda plantear la pregunta: ¿cómo se siente el pueblo respecto a sus representantes políticos?
Y es ahí cuando siento el miedo. Miedo por ser consciente de que quizás lo que consideramos un avance en su día, no lo ha sido tanto.