Maltrato Digital

  • WhatsApp
  •  “El photoshop hace a las mujeres inhumanamente perfectas”.
     Missrepresentation, (2011)

     

    Una obsesión es una palabra, una imagen, una idea, que se impone en la mente de una persona de forma repetitiva que no se puede reprimir o evitar con facilidad. También es algo pegajoso, incómodo, como un reflujo mental agraz que sube y baja, y no te permite el relajo cuando se te instala. Aquí te vengo hoy con una con la que tropiezo unas veintiocho veces al día. La he llamado Maltrato Digital, a ver si nombrándola la gestiono mejor y se me calma un poco la amígdala. Se trata del impacto que tienen en nuestras adolescentes las imágenes retocadas, consumidas a diario en las RRSS. También afecta a mujeres adultas y de más edad; pero a mí me obsesiona el impacto que tienen en las adolescentes, en las menores, en las que están ‘en-construcción’ todavía, expuestas sin red a La Red. Las que serán mujeres en unos años. Las que veo en los Institutos de Educación Secundaria cada vez que voy a invitarles a estar en las RRSS sin que se vuelva en su contra esa presencia en el redeil (red+redil). Me encuentro con ojos trufados de insatisfacción por no poder evitar compararse con esas imágenes que devoran en Instagram (más que de cualquier otra) nosecuántas veces al día. Y me preocupan estos impactos visuales procesados en trece milésimas de segundo cuyos efectos no tarifan en sus analíticas y que, sin embargo, actúan en sus metabolismos socavando su autoestima e impidiéndoles desarrollar el mestimoides; el músculo de la autoestima (en este Fémur nació el maravilloso músculo: clic-clic).

    Que el photoshop daña la autoestima de las mujeres es algo que se sabe hace mucho; es un tema que se ha estudiado, que se denuncia, y en el que se gasta dinero elaborando informes que alertan, conciencian y sirven para lo mismo que las charlas sobre igualdad cuando sabes que parte de ese alumnado, que te ha mirado con los ojos como paellas en algunos momentos, come viendo Mujeres Hombres y Viceversa, (EL MAL con mayúsculas, para mí). Este no es un Fémur en contra de las RRSS, que son un valor que suma cuando están bien utilizadas, ni del photoshop, ni de los miles de ‘filtros’ o apaños que se perpetran a las imágenes femeninas subidas a las RRSS. Es un Fémur en contra de la crudel (cruda+cruel) exposición a la que son sometidas a diario miles de chicas ‘en-construcción’ que no saben que las fotos que consumen, y con las que inconscientemente se comparan, están photoshopeadas y/o filtreadas, o sea, alteradas y trucadas. Son imágenes que impactan en su cerebro como una carcasa de fuegos artificiales y que no se corresponden con la original, que es bastante más parecida a ellas de lo que creen.

    En Missrepresentation, un documental de 2011 que podría haberse rodado hace media hora por su vigencia temática, se analiza la ‘mala-representación’ de las mujeres en los medios de comunicación, y  se denuncia el uso sexista que se hace de niñas, adolescentes y mujeres, y su cosificación en el altar del Dios Mercado; que rima con patriarcado. En él se lamenta una alumna sobre cómo da igual las notas que saque porque siempre se valora más su aspecto. Y lo expresa con profunda tristeza, abatida, como cuando has corrido mucho, mucho, mucho por llegar al tren y justo arranca al pisar tú el anden, que dices... Ufff... ¡Una chica tan joven, 15, 16 años, con esta creencia instalada de una manera tan cierta en su córtex! ¿Cuánto esfuerzo más va a continuar haciendo para seguir aprobando las asignaturas? ¿Cuánta frustración más va a seguir almacenando antes de decir #ALaMierdaTodo? ¿Cuántas creencias negativas sobre sí misma va a seguir construyendo, sabiendo lo que sabemos sobre este maltrato digital que sufre a diario? ¿Alguien ha alertado a estas jóvenes de cómo vivir en y con Internet de una manera saludable? ¿Están recibiendo la formación necesaria para vivir-en-red? ¿En los libros de texto existen asignaturas sobre Twitter, Instagram o Facebook? ¿Se les forma y advierte del peligro del impacto de estas imagenes en su autoestima? 

    Esa mirada de la que te hablo la encuentro en los IES con frecuencia cuando escuchan hablar de dignidad, de coherencia, de profesionalidad, de creatividad, de futuro profesional y les alerto sobre el currículum digital que están construyendo paralelamente a su curriculum académico. Veo esas miradas cuando las invito a reflexionar sobre cómo su presencia en RRSS podría llegar a convertirse en un obstáculo a la hora de incorporarse al mercado laboral, si no está bien gestionada. Y me miran como desde atrás de una linea lejana, algunas pensando, ‘tú-no-tienes-ni-idea’. Y me obsesiona porque percibo que esa es la manera en la que miran también al futuro, a su futuro, como no teniéndolo en cuenta. Veo la misma mirada que la alumna del documental, que me recuerda a la mía cuando me dejaba los sesos en los textos y oía: “¿Has visto qué columnista tan guapa tenemos?”. Esa mirada se me queda pegada cuando salgo del IES  y me subo al coche, y en el camino de vuelta veo por el retrovisor la certeza de que volverán a exponerse a este maltrato digital en cuanto pase el leve impacto de un taller de 50 minutos, al que pueden asistir, si hay presupuesto para actividades extraescurriculares. Y pienso que 50 minutos no solucionan un problema tan enorme. Y sé que volveran a la insatisfacción, y a la frustración, y a la contradicción que existe entre lo que piensan y lo que sienten, entre lo que acaban de escuchar y lo que escuchan ellas de ellas mismas, entre lo que ven y lo que es su día a día. Y que 50 minutos no son nada.  

    Missrepresentation plantea también algo que ya ha salido en otro Fémur: la reflexión acerca de la cantidad de tiempo invertido por las mujeres en querer ser quien no somos, cargando con una insatisfacción adquirida sobre nuestros cuerpos, y sobre lo qué sucedería si lo dedicásemos a construir un pensamiento crítico y a exigir políticas que, de una vez, se comprometiesen en dejar de dañarnos la autoestima. A mí, todo esto que te cuento que me pasa cuando salgo de los IES, me deja un poco como en el anden del primer párrafo... Y yo no soy de quedarme en el ufff, por eso te lo quería contar hoy, porque sólo paso 50 minutos aquí y allá... Y te lo quería contar por si hay algo más que podamos hacer, además de no ser cómplices de este maltrato digital. Por si podemos ayudar a que adquieran estrategias técnicas y emocionales para que descifren los trucos de las imágenes que las cuestionan como personas... ¿Y si pedimos un warning en las RRSS advirtiendo que están viendo una #FotoPhotoshopeada?... ¿Y si inventamos una aplicación que advierta que el consumo de estas imágenes puede dañar la autoestima exactamente igual que se alerta del peligro del tabaco en las cajetillas?... ¿Y si organizamos patrullas digitales...? Yo qué sé qué. Todo menos esta incómoda sensación que tengo al ver que, lo que tejemos con tanto cuidado por un lado, se nos desteje por el otro, sin acabar de cerrar los  puntos.

     

    2 responses to “Maltrato Digital

    1. Muchísimas gracias por tu reflexión, que comparto e intento contar en cuanto puedo. Miss representación es para mí básica en comprender los efectos y estrategias de los media sobre la población. Te leo con ganas. Abrazos

    2. Recién ahora leo este artículo y me parece maravilloso, la apariencia por encima de todo, tapándolo todo y a la vez ahogando a las adolescentes y llevándolas a hacer todo, TODO por verse bellas

    Deja una respuesta

    Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *