(Aviso: la práctica de este post puede alterar tus
constantes vitales)
Si
eres hombre, y te apetece participar en un simulacro… Estaría bien… Es
sencillo: sólo tienes que abrigarte como si te fueras a esquiar a los Pirineos,
con guantes, gorro y todo lo que se te ocurra ponerte encima. Ahora tienes que
enchufar un calefactor cinco minutos en una habitación cerrada. Y salir. Cuando
la habitación esté bien caldeada, entras de golpe con todo lo que te has puesto
encima y cierras la puerta tras de ti. Cuando empieces a sudar, que notes que
te va a dar un jamacuco por el ahogo súbito,
y sientas que puedes perecer en cualquier momento por el bombeo acelerado de
tus sienes, aguantas unos segundos más. Sal entonces de la habitación, respira un
momento sin quitarte ninguna pieza de ropa y vuelve a entrar otro minuto donde
sigue encendido el calefactor. Intenta también durante ese tiempo de ahogo, tomar
mentalmente algún tipo de decisión sobre lo que sea que habías decidido hacer a
lo largo del día. Trata de hilar un pensamiento sólidamente argumentado sobre
algún tema que te interese mientras entras y sales de la habitación. Si eres
tan amable, repite esa acción de entrada/calor/salida/frío unas cuatro o cinco
veces. O seis. Y ya quédate fuera, así empapado, agobiado, respirando con
dificultad, con ganas de arrancarte la ropa con una motosierra, y notando arder
la piel de todo el tronco superior como si el calefactor siguiese encendido y
dirigido a tu pecho… Odiando a partes iguales, y para el resto de tus días, todo
el campo semántico relacionado con el binomio: lanamerina-forropolar.
Únicamente
te pediría una cosa más: NO te quites la ropa de abrigo mientras lees este
post. Hazlo así, sudado, tiritando seguramente por la película húmeda que se ha
creado entre tu cuerpo y la ropa, esa especie de aquaplaning corporal que no conocías. Ve con mucho cuidado ahora,
no te de una corriente de aire y pilles un trancazo de webs. Quizás sientas un ligero dolorcillo de cabeza, un no sé qué
incómodo que te presiona por los parietales. Es normal. Forma parte del
simulacro también, pero te va a compensar haberlo hecho, créeme. Estoy segura
de hay mujeres en tu vida que agradecerán eternamente que te hayas puesto en su
piel durante unos minutos. Tu madre, tu hermana, tu pareja, tu compañera de
trabajo, tu jefa, tu profesora, tu amiga, tu vecina; todas ellas cruzarán en
algún momento ese Rubicón vital llamado menopausia.
Una etapa igual de trepidante que cualquier otra, prueba estupenda de que sus vidas
siguen avanzando por el camino acertado. Y cuando eso suceda, vas a estar mejor
preparado para saber cómo se sienten. Y vas a ser mejor compañero de viaje sea cual sea la relación que
te une a ellas. Como dijo Doris Lessing: “Eso es el aprendizaje. Usted entiende
algo de repente y entiende toda su vida pero de una forma nueva”. Acabas de entender
qué es un ‘sofoco’,
algo que sienten millones de mujeres en todo el mundo con mayor o menor
intensidad que el que has sentido tú, un número indeterminado de veces al día,
y durante un periodo indeterminado de tiempo. Ahora ya sabes de qué va.
Gracias. Un beso.
Fani, Fani, no se yo si Doris Lessing te daría una palmadita en la espalda o te echaría una bronca monumental después de leer esta "revelación…, "engañar" así a los hombres, sólo les has contado las buenas noticias…
Como siempre fantástica, me ha gustado recordar sin dolor.
Un fuerte abrazo
Javier
Un buen ejercicio de "empatía hormonal" aunque se te ha olvidado ponerle unos pequeños electrodos que le den ligeros destellos de calambre, sobre todo por la noche y le hagan despertar empapado en sudor y con esa sensación eléctrica.
Enhorabuena!!
Mi compañera está pasando justamente por esta etapa; gracias por ayudarme a sentirlo un poco más de cerca.
Título críptico (para mí al menos), por otra parte, el del post. ¿Mar de sangre?
Sigue escribiendo así de bien, un abrazo.
Me quedo con las palabras de esa actriz del documental Mujeres sin pausa: "Fuí mujer antes sangrar y soy mujer ahora que ya no sangro". Te sigo desde ¡ya!.
El teu experiment m'ha recordat un altre que em feren fer quan la meua parella es quedà embarassada del nostre primer fill. Era una situació semblant en el sentit que buscava fer-mos sentir un mal semblant (però menor) al del part per empatitzar (encara) més amb allò pel que anaven a passar les nostres parelles. Val a dir que el respecte que sentí per ella augmentà sense perdre gens ni miqueta de l'enveja que també m'acompanyava per no poder participar de totes les sensacions que ella tenia en eixa època.
PD. Si algú està interessat en provar-ho és molt senzill. Consisteix en fer com si anares a sentar-te en una cadira però quedar-te a mitjan camí i aguantar així uns 5 minuts (si pots). El mal que el fan els músculs de les cuixes deia la comare que s'assemblava al que sentien les dones al parir (de lluny però ja ens valia als pobres pares).
¿Yquien te ha dicho que los tíos no tenemos también "andropausia"?
Yo no me cambio… pero ¿te cambiarías tu?
Desiderio de Sota
No sabía que la menopausia en la mujer fuese tan sofocante. Nosotros los hombres, al hacernos mayores, tenemos problemas de próstata.