"Hojas tostadas"
por Belén Hueso
Queda muy romántico decirlo, pero no creo que nadie nos quitara la primavera -como tantas veces se escuchó-, ni el verano a ratos. El final del invierno estuvo ahí, la primavera y el verano también, y el otoño está aquí; el único pero es que no los estamos pasando de la manera en la que acostumbramos, y como no podemos hacer el viaje que planeamos hace unos meses, estamos enfurruñados y es súper injusto todo. ¿¿¿Hola??? ¿Vuestro único problema es que no os podéis reunir más de diez amigxs, hacer botellón y bañaros en la piscina? Si la respuesta es que sí, tranquilidad, nadie os está robando nada. Ha venido un virus a decirnos que vayamos despacio, que miremos a los ojos (con esto de las mascarillas estoy alucinando con los ojoen s tan bonitos que tiene la gente) y que al mismo tiempo que nos quejamos de que las discotecas no abren, pensemos en las urgencias colapsadas, quienes ocupan las habitaciones aisladas de los hospitales, o lxs afectadxs por los recortes en dependencia -causados por gestores que consideran que en tiempos de pandemia hay que cortar por ahí-, o diagnósticos que no llegan, .
Este verano he vuelto, años después, a las tostadas de mantequilla con azúcar para desayunar. He vuelto a flotar y a bucear en agua salada, dejando que me entrara en los ojos y que no pudiera abrirlos durante un buen rato. He vuelto a desinstalar del móvil las aplicaciones de las redes sociales (¡qué alivio!). He leído muchas novelas en papel y escrito poco. He amortizado todo el año de Netflix en un solo mes. Ya tengo preparado el regalo que le voy a hacer al mensajero, de las veces que ha venido a casa; he comprado por internet cosas que en la vida imaginaría comprar a golpe de click. Me he enjabonado con el gel corporal Moussel todos los días, y deja un olor tan bueno...
He disfrutado del silencio y de la tranquilidad que deja la multitud cuando se va de vacaciones. He aprendido que tu vida puede ser una montaña rusa o una balsa de aceite, y que ni una puede ser tan buena ni otra tan mala. No he contado las veces que me he reído, pero cuando lo he hecho ha sido hasta el punto de dolerme la tripa, de quedarme sin aire y de que el vaso de las manos haya caído al suelo. He pensado mucho, y descubierto pequeñas calas que desconocía. Que se puede cambiar de razonamiento y no pasa nada: hace dos años podías pensar de una forma y hoy de otra. Que nada se supera, porque no hay nada que superar, sino que aprendes a vivir con eso.
Hace dos semanas que empecé las clases -presenciales y virtuales- de mis asignaturas de Periodismo. En unas semanas tendré una torre de apuntes, trabajos por hacer y libros por leer. En unas semanas volverá a ser mi cumpleaños; y en menos semanas el suelo estará rebozado de hojas secas color ardilla, y por eso es mi estación favorita.