Elogio del puerro (y del desamor)

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  • (Escribo este post por encargo, hay un ‘femuriano’ que lo está pasando mal y me comentó que le ayudaría leer algo sobre el desamor)
    Decía Fernando Pessoa en su Libro del Desasosiego que un hombre puede sentarse en la puerta de su casa y conocer el universo entero contemplando la hilera de hormigas que pase por delante. Y yo, que soy de extrapolar las enseñanzas de los grandes, afirmo que se puede aprender todo sobre el desamor mientras cocinas un puerro en la cocina. Si tienes el cerebro operativo y un euro, este aprendizaje está totalmente a tu alcance. Sólo tienes que elegir un puerro bien hermoso al que no hayan recortado la raíz, el que más ‘bigotes’ tenga de toda la tienda, y seguir unos sencillos pasos. Coges y le cortas la parte de arriba, la de las hojas más verdes en forma de V hacia fuera, las enjuagas y las haces en tiritas horizontales fritas como guarnición, o en un revuelto. El puerro es la verdura total. Con la parte central puedes cocinar la típica vichyssoise, o la porrusalda, o la puedes asar, freír, caramelizar, hervir, hacer a la plancha, al microondas, o a la brasa. Va a estar rico de todas las formas. Se dice que los egipcios cambiaban 100 puerros por alguno de sus papiros más valioso. Y tirando de enciclopedia, podemos destacar del Allium porrum su riqueza en aceites esenciales y posibilidades curativas como laxante, antiinflamatorio, antiséptico, anticatarral, y para la hipertensión, la insuficiencia renal, la retención de líquidos (ohhh), la anemia, artritis, reumatismo... Y más cosas (clic).
    Gracias a una receta de macrobiótica aprendí a utilizar una parte de la verdura que llevaba desechando media vida. Como tú, seguramente. La raíz del puerro, esa que, ¡zaca!, cortas en redondo con el cuchillote de mango gordo de la cocina y lanzas inmisericorde al cubo de la basura donde hace ¡clonc!, sin saber que estás tirando la oportunidad de aprender algo importante. Resulta que eso que has tirado también es puerro, y puede alimentarte. La raíz del puerro es la parte mas fea a priori, sin embargo es la que está en contacto directo con la tierra, la que acumula más minerales, más fuerza, más energía, la que tiene el sabor más peculiar, más complejo de paladear, más difícil, si acaso. Igualmente es la más laboriosa de cocinar. Tienes que enjuagarla muy bien para eliminar toda la tierra, lavarla bajo el chorro y remojarla las veces que haga falta hasta que no quede ni un marroncito terroso. Luego la tienes que cortar con cuidado, hervir con sal, rebozar, freír, y dejar escurrir sobre un papel. Entonces ya puedes abrir un vino y acompañar el crag-crag crujiente entre los dientes. Te aviso de que es un sabor muy especial, pero sigue siendo puerro. Exótico sabor de puerro.
    ¿Y el desamor qué tiene que ver con todo esto?, dirás. El desamor es como la raíz del puerro. En general no tenemos ningún problema en deleitarnos con las partes más apetecibles y tiernas de la relación amorosa, pero si llega el desamor queremos cortarlo de cuajo y tirarlo al cubo de la basura. Creemos que no nos sirve para nada, que sólo nos va a hacer sufrir. Sin embargo, esa porción forma parte del todo inicial y es, quizás, la que más enraíza con la realidad de lo que se ha vivido. Si elegiste mal, si no fuiste correspondido desde el principio y ya te lo decía todo el mundo, si erraste en esto o aquello y aún puedas solucionarlo; o si, sencillamente, terminó y lo que toca es aprender a convivir con la frustración. Las emociones no son buenas o malas, son emociones, y no hay que menospreciarlas porque vengan de canto. Lloramos porque reímos y desamamos porque amamos. Pero todo sirve. Todo nos puede alimentar. Aceptar el desamor como emoción puntual de compañía nos puede aportar texturas emocionales nuevas, y hasta prepararnos el paladar para saborear futuros amores con mayor intensidad. No se trata de ser masoca, sino inteligente para saber convertir una parte aparentemente indeseable, en un buen bocado. Y no importa cuántos puerros necesites cocinar hasta conseguirlo. Siempre merece la pena volver a encender el fuego.

    30 responses to “Elogio del puerro (y del desamor)

    1. Genial, ya me habría ayudado leerlo hace unos años. Centrándonos en lo gastronómico, recomiendo unos puerros con una emulsión de vinagreta de mostaza, mmm…

    2. Como siempre, Fani, consigues conectar con el sentir universal. No dejes nunca de deleitarnos con tus reflexiones. En este momento de caos, confusión y dudas, tu luz nos ilumina, amiga. Muchas gracias.

      Javier.-)

    3. Me encanta este artículo.
      Para mi cocinar es la terapia total!!! y la cocina ese lugar amable donde se cuela todo el mundo cuando viene a casa.
      Muy acertada metáfora, tanto en la vida como en el puerro todo puede aprovecharse.
      Por cierto, las hojas de las zanahorias también son muy interesantes y nutritivas !!!!

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