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El amor no es patrimonio de los heterosexuales,
como muchos heterosexuales se creen. No es de nadie el amor, como no es de
nadie la verdad por muchas mayorías que esgriman los gobiernos para hacernos
creer que la poseen. El amor, y quizás también la verdad, quien sabe, pertenece
a quienes lo disfrutan con el corazón en la mano, a quienes lo practican con
generosidad emocional, a quienes lo respetan como al sueño de un bebé, a
quienes lo disfrutan con placer. El amor pertenece a los que lo cuidan para que
no se haga añicos al primer golpe, a los que se levantan para verlo amanecer al
alba, a los que se acuestan susurrándole buenas noches para que todas las
noches sean buenas para susurrárselas al oído. El amor es de quien lo quiere
querer, porque hay que querer quererlo, al amor, y ese querer quererlo nada
tiene que ver con el género de las personas que quieren ni con el de a quién se
quiere querer. A lo mejor parece un lío lo del querer, pero está clarísimo:
querer, se quiere a la PERSONA que
te da la gana. Luego, las circunstancias, o lo que sea que suceda, ya dirán lo
que tengan que decir con respecto a si esa libre elección es correspondida,
posible o acertada, o si se va adelante o atrás con el querer. Por fortuna aún
no existen “consejos reguladores oficiales” para esa elección aunque no haya
sido por falta de ganas de religiosos y políticos que lo intentado
obsesivamente, no sea que se les descontrole el tema y entren en crisis de
identidad.
El “formato” que resulta de ese querer debe de
ajustarse también a las necesidades de quienes se quieren querer. En ese
sentido, el formato matrimonial, tampoco es propiedad heterosexual como vienen
defendiendo a capa y espada en una absurda cerrazón ante la realidad y la
libertad. Yo, de momento, soy heterosexual pero celebro que se amplíe el acceso
a dicho formato legal a todos aquellos que se quieren querer de esa manera y,
además, espero que la ampliación de libertades llegue hasta conseguir que
quienes quieran querer hijos los tengan también en un formato que les sea
favorable. Ser padre/madre nada tiene que ver con el género. Es padre/madre
quien quiere cuidar a los hijos, preocuparse y ocuparse de su bienestar,
alimentar sus necesidades, ofrecerles su tiempo con desinterés. Darles calor
cuando hace frío, comprensión cuando hay confusión, paciencia mientras crecen y
avisar al Ratoncito Pérez cuando se les caen los dientes. Y todo eso, que yo
sepa, nada tiene que ver con el género de las personas y mucho con el querer
querer a los hijos. En definitiva, es sólo una cuestión de amor. Como casi
todo.
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