Yo soy muy de hacerme un cucurucho con la realidad de buena mañana y meter dentro lo que mejor me parece para propiciarme el día a mi favor. Cojo la realidad y: chís-chás, chís-chás. Enseguida lo tengo hecho, con la puntita inferior del cono doblada hacia arriba para que no se deshaga la forma ni se me desparrame ningún tema. He de decir que el cucurucho siempre me ha seducido por su simpleza y eficacia a la hora de albergar contenidos de diferentes texturas. He visto siempre como en el clásico cucurucho de papel de estraza pueden ponerse castañas asadas, pescaíto frito, calamares frescos, altramuces, churros, o pasta de bacalao fresca para hacer albóndigas luego y ponerlo todo perdido de aceite. Pues igual con la realidad: según veo cómo tengo el día le meto a mi cucurucho un aria, un paquitoelchocolatero, o una copla. Luego incorporo mi primer cafelito, mi viñeta, mi radio Grundig, mis hashtags de cabecera sin los que ya no soy persona, un par de buenosdías cordiales y algunos titulares sobre las estrellas y esas cosas bonitas del cosmos. Y así, con mi informativo prêt-à-porter, ya entro en Twitter con la mejor de mis sonrisas. Que tú dices, vale, pero muy ajustada a la verdad no vas, bonica, con ese medio falseo que te haces a medida. Y te digo yo, vale, pero no hago daño nadie desabrochando el día con un poco más de condescendencia, que tampoco es preciso que me asaete con la verdad desde el principio...
Además, es un procedimiento que he aprendido del Gobierno de España, cuya destreza con el uso de la “Técnica del Cucurucho Informativo” roza el embeleso. Mira esta semana: han cogido la realidad, la han girado hacia dentro dándole forma de cono, le han doblado la puntita inferior hacia arriba y todo para que no se les escape nada, han metido dentro un cardenal desvencijado, tres ‘jarrones chinos', y unos miembros de Casa Real, y han vendido un funeral de estado en los quioscos que les ha dejado la transición como los chorros del oro. Sin embargo, siendo de máxima eficacia esta técnica de envoltura y falseo de la realidad, queda superada por la escuadra por una desarrollada en la Comunidad Valenciana, que ya se sabe que son muy de I + D del Trinque. Bajo el domino de Alberto (Fabra), la "Técnica del Cucurucho" evolucionó cual pokemon en la "Técnica de la Tarrina de Helado”. Consistente básicamente en coger diferentes ‘bolas’ informativas, juntarlas todas en una tarrina y, con una espátula, aplastarlas bien de manera que quede una superficie lisa sobre la que incrustar la cucharita de plástico para facilitar la deglución del mantecao. Ya la utilizó Camps con la trama Gürtel y la visita del Papa a Valencia, pero Alberto la utiliza ahora con una soltura admirable para enfajarse la realidad a su antojo con cualquier excusa: con lo que cuesta cerrar RTVV, con los colegios de nueva construcción, con la línea roja de la corrupción, y ‘cosillas’ así... ¿Hago o no hago bien en edulcorarme la realidad de buena mañana?
“Quiero que el ciudadano me llame Alberto”
El coste de hacer invisibles a los valencianos
Dhafer Youssef - Khira "Indicium Divinum" (Eledgy for my mother)
Es un guión de una película. Pero na película real como la vida misma y muy 'bonica' con mucho 'tirón', proclamo.
Fani! Hauràs de començar a fer post els dilluns, així seria genial començar la setmana! 🙂
Yo, de mayor, quiero escribir como tú.
La gràcia en fer l'embolcall és massa. Una altra cosa és el què ens posen dins. Jo ja estic "empanxada"… I tu?