Espacio libre de odio

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  • “When you take women, people of colour, trans people, queer people, and put them at the center of the story... You change the world”. Jill Soloway director of "Transparent”

     

    ¿Tienes cinco minutos libres para jugar a La Empatía?... Si sigues leyendo es que sí. Gracias, tu tiempo es importante también para mí. El juego de La Empatía consiste hoy en lo siguiente: Imaginarte que mañana, sábado, 14 de enero de 2017, amaneces con tu sexo biológico cambiado. Don’t panic! Cierra los ojos un momento y piénsalo. O mejor, siéntelo. Siente cómo sería despertar, bostezar, levantarte para ir al baño y descubrir que donde tenías un pene hay una maravillosa vagina o dónde había vagina tienes un espléndido pene colgando. También tienes pechos redondos donde no tenías, o donde había pechos no hay ni rastro ahora, unos pezones redonditos y planos únicamente. Cierra los ojos e imagínatelo. Siéntete un momento así. Respira. Respira hondo... Sólo es un juego... ¿Qué es lo primero que te pasa por la cabeza al verte así?... ¿Incredulidad?... ¿Risa?... ¿Asombro?... ¿Temor?... ¿Rechazo?.. ¿Qué vas a hacer al respecto?... ¿Quieres llamar a alguien?... ¿A quién llamarías?... ¿O te irías directamente a urgencias?... ¿Cómo se lo vas a contar a tu pareja, si está esperando tu vuelta a la cama?... ¿Y a tus padres o amigos, cómo se lo vas a decir?... Tendrás que ir así al trabajo... ¿Qué ropa te pondrás?... ¿Y una vez allí, a qué WC entrarás?... ¿Lo que pone en tu DNI es lo que eres en ese momento?... Sólo te pido antes de finalizar que mantengas un poco más esta imagen de ti, con tu sexo biológico cambiado, y que pienses qué provoca dentro de ti ese ‘ser tú’ con un sexo que no sientes ni identificas como tuyo. Y ya, lo último... ¿Qué serías capaz de hacer para volver a ser tu?...

    Cuando la Editorial Vincle me propuso escribir un libro sobre personas trans (palabra paraguas que incluye personas transgénero, transexuales e intersexuales) acepté sin saber exactamente a qué había dicho que sí. Afortunadamente no lo sabía. Y digo afortunadamente porque, de haber sabido la magnitud del tema, quizás hubiese declinado la propuesta. Y me hubiese perdido algo realmente hermoso: la infinita diversidad humana. No hubiese dicho no por miedo, sino por prudencia. ¿Dónde iba una heterosexual-cisgénero a hablar de un tema tan complejo sobre un colectivo tan determinado del que no formaba parte?... Pero, la osadía, a veces, tiene su recompensa, y así es como he vivido este libro todavía en tránsito de estar terminado (te cuento más en otro post). Ha sido un regalo, una oportunidad única de ampliar mis mapas mentales, de conocer a personas valientes, de esas que hacen del mundo un lugar con más esperanza, gente increíble de la que he aprendido mucho y que ya forma parte de lo que soy. No sé de cuántos armarios cerebrales he salido durante este último mes, sé que han sido unos cuantos y que todo el proceso de documentación, aprendizaje, (re)descubrimiento, acercamiento y contacto a la palabra ‘trans’, ha sido, está siendo, una experiencia que marca un punto de inflexión en muchos aspectos. Como autora he hecho mi propia búsqueda y transición, y he tenido que revisar y reeducar la mirada heteronormativa inicial. También he transitado de un género narrativo a otro hasta encontrar la identidad del relato, y hasta he vivido un proceso de reasignación mental que me ha llevado a nuevas formas de interpretar lo que iba narrando. He desjuntado muchas letras en ocasiones porque estaba traicionando la verdadera identidad del relato y ha habido momentos en los que me he sentido una torpeda sideral, absolutamente incapaz de trasladar la riquísima complejidad de las diversas realidades que iba conociendo. Me he topado con creencias, ideas y pre-juicios... Comencé el proyecto como hetersosexual (que deseo al género opuesto al mío) y cisexual (que estoy de acuerdo con mi sexo biológico) y he ido sintiéndome asexual, pansexual, bisexual, transgénero, transexual e intersexual según me lo exigía lo narrado. Al final, y esto es lo más maravilloso de todo, me he dado cuenta de que estoy escribiendo una historia de amor. Así se lo dije a mi querido editor, Manolo Gil, hace unos días. Se me quedó mirando todo emocionado y me dijo: “¿Y no se trata de eso al fin y al cabo?”.

    Amor a tu cuerpo en transición. Amor a tu cuerpo tal como es aunque no estés del todo de acuerdo con él. Amor a quien comparte contigo su identidad sexual. Amor a un hijo que le pide a los Reyes Magos una varita mágica para convertirse en niña. Amor a un bebé cuyas características sexuales innatas "parecen ser a la vez masculinas y femeninas, o no del todo masculinas o femeninas, o ni masculinas ni femeninas". Amor a quienes no se definen según el binarismo hombre-mujer y construyen su identidad con un esfuerzo casi heroico... Tú, para ser tú, ¿has tenido que pedir permiso a alguien?... Pregúntale a una persona trans lo que le cuesta ser. Y no hablo de dinero (qué también). Las personas trans no eligen nacer trans, no es un capricho que tienen. “El derecho a la identidad es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano, y es necesario para poder beneficiarse de los otros derechos fundamentales”. Toda esta extraordinaria diversidad sexual, familiar y de identidad y expresión de género no se oculta ya en clubs nocturnos, ni en estereotipos caducados, crece y está viva en nuestros colegios, en los institutos, y en las universidades. Tiene presencia en nuestras familias, en nuestras amistades y en cualquier ámbito laboral o lúdico. Está en ti. Y en mí. Y de ti y de mí depende enteramente que ese nosotros diverso no incluya la palabras transfobia.

     

    (Por qué he puesto un botón Paypal en el blog que dice: "Puedes aportar la cantidad que consideres para que pueda seguir ofreciendo nuevos contenidos de este blog independiente sin recurrir a publicidad.Todas las aportaciones serán debidamente justificadas". Me gustaría ampliar contenidos y colgar las entrevistas de #ElFémurDeEllas en vídeo. Necesito contratar un cámara y la edición posterior y pagar a los profesionales por su trabajo. Por eso me he decidido a incorporar el botón, que es algo total y absolutamente voluntario).

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