Elogio del monosílabo (o como decir NO al cierre de RTVV)

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  •  “Raras veces me enojo; raras veces me permito una indignación peligrosa ente las injusticias y los abusos...”. Bartleby el escribiente, de Herman Melville
    Desde el punto de vista de la articulación, podría afirmarse que la palabra ‘no’ tiene una pronunciación sencilla que contiene una consonante nasal alveolar y una vocal media y posterior. O lo que es lo mismo: una ene de las de toda la vida, y una humilde o. Eso es todo. Sin embargo, este monosílabo entraña una increíble dificultad a la hora de ser pronunciado en determinados momentos, alcanzando cotas de heroísmo en algunos contextos. Digo heroísmo sabiendo que digo heroísmo y no otra palabra porque para eso están los adjetivos y pienso que decir no es heroico en según qué situaciones. Yo soy muy fan del No, tengo el convencimiento de que decir no a tiempo esculpe más la personalidad que cualquier otra palabra en el mundo mundial. El No tiene un potencial brutal de transformación en tu entorno más inmediato a corto y a largo plazo, sobre todo cuando lo que se espera de ti es que articules un sí complaciente como respuesta, un sí dócil, un sí-bwana. El No es un territorio a conquistar, no nos viene de serie, se tiene que aprender, y descubrir su poderío... Sobre todo cuando te das cuenta de que llevas media vida complaciendo a unos y otros sin plantearte siquiera que eres capaz de emitir el monosílabo con toda tu glotis y experimentar una liberación inimaginable. 
    El primer no suele ser el más difícil, el que más cuesta de pronunciar, pero es también el que recuerdas con más cariño en tu calendario vital. El-día-que-dije-no será un día al que volverás muchas veces a coger aire para soltarlo con más fuerza y seguir avanzando. Una cosa que tienes que saber del no antes de lanzarte en su búsqueda es su carácter irreversible, lo que significa que, una vez has aprendido a decir que no, ya no tienes vuelta atrás. Es como ‘descrecer’, de tan imposible ni existe como verbo. Aprendes a decir que no y te conviertes en un ser que toma decisiones por si mismo y, lo ‘peor’, consigues tener eso que tanto espanta a la masa beeee-beee: criterio. El criterio y el No van íntimamente unidos, pero no como los ríos esos que iban a dar a la mar, que era el morir. Todo lo contrario, se unen para que tu vida sea más auténtica y llegues a la noche con una sonrisa cómplice frente al espejo por no haberte traicionado a mitad de tarde, cuando cae el sol y te baja el azúcar, y la debilidad y el cansancio pueden jugarte una mala pasada con un sí desmayado que se cuela por la garganta amparado en la tradición.
    “Conscientes del los riesgos personales que corre el que ose decir no en solitario, no es frecuente tal atrevimiento, tanto más raro, cuanto más alta sea la posición que se ocupe”, escribió Ignacio Sotelo en un artículo a principios de año que me guardé entre pétalos de tanto que me gustó. Lo puse junto a Bartleby, el escribiente, mi biblia del no. “Preferiría no hacerlo”, es la respuesta que da Bartleby sistemáticamente para no cumplir los requerimientos de su jefe. Un jefe que acaba respetándolo más que a cualquier otro trabajador: “Pero había algo maravilloso en Bartleby que no sólo me desarmaba singularmente, sino que de manera maravillosa me conmovía y me desconcertaba”. Bartleby como ejemplo de “laberinto lúcido del No”, recogido por Vila-Matas en otro ‘manual del No’ llamado Bartleby y compañía, que habla del prestigio alcanzado por un grupo de escritores que un día decidieron no escribir más para no traicionar a la buena literatura, haciendo historia por ello, por negarse a escribir. Repaso todas estas lecturas del No y pienso en cómo un grupo de diputados haría historia votando un NO cuando se espera de ellos que acaten el sí en esa cadena de sumisión llamada disciplina de partido. Su sí va a liquidar el trabajo de miles de familias, el futuro de muchas promociones de estudiantes, y esterilizará el tejido de la industria audiovisual... Lo dicho, un monosílabo sólo para héroes. 
      

    6 responses to “Elogio del monosílabo (o como decir NO al cierre de RTVV)

    1. En la vida diaria, en nuestra rutina, me resulta muy difícil decir NO. De hecho, tengo un grave problema de asertividad que debo de trabajar para que el mundo no me coma y poder empezar a comerme el mundo yo. Pero en este caso ¡creo que es tan evidente que la respuesta es un NO rotundo! Estoy pensando en recomendar mi psicóloga a algunos políticos. Pero es demasiado buena. Me la quedo yo para mí y para quienes realmente estimo, aprecio y valoro.
      Enhorabona pel teu blog, Fani! Ufff… que estrany em fa escriure't en castellà! 😉 Besaetes

    2. Ciertamente el placer de leer este artículo tan extraordinariamente sutil, inteligente y revelador de una aquilatada experiencia existencial al pie del cañon y de los caballos, ha sido tan voluptuoso (cuasi místico, me atrevería a decir) como el de mi segundo no, el primero fue doloroso… Ahora comprendo porque me gusta tanto el nombre de Layla (Noche) = La y la (algunos dicen que este es el verdadero nombre de Dios) = No y no…y mil veces no, como las mil y una noches. ¿ Pero quien es capaz de decir mil veces no …héroes? heroínas? En este tiempo sin Olimpo, dioses y diosas.
      Layla

    3. Qué fácil es decir NO y que tremendamente dfícil… Sobretodo cuando detrás de eses supuesto NO (que termina siendo un SÍ) está la falta de autoestima o la asertividad (Chus, ;), demasiadas horas con mi psicóloga…). Y para estar en la política se necesita buena asertividad y ata autoestima… Veremos el día 27 si nos lo demuestran.
      Fani, este post y muchos otros ahorrarían más de una consulta psicológica a más de uno. Si es que el Fémur vale pa tó!!

    4. Yo tengo pendiente aprender a decir No para algunas cosas, para otras lo tengo bien claro y más si significa que, a parte de que pierdan el trabajo muchas personas (que ya de por sí, es grave el asunto; muy grave), que se pierda un medio que informe sobre nuestra cultura y difunda nuestro idioma (aunque aquí el que escribe, precisamente no es el que mejor escribe el valenciano D:).
      Muchos ánimos, Fani!

      Por cierto, me encanta el artículo: 'Aprender a decir no' de Ignacio Sotelo, todo un manual. Y voy a leerme 'Bartleby, el escribiente', gracias por la sugerencia 🙂

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