Hay un cielo donde van los lectores, un lugar delicioso lleno de libros y café donde los adictos a la lectura devoran las páginas que no llegaron a terminar en vida y que prometieron leer después. Es ahí donde sigue leyendo Jesús Gómez, al lado de su maletín, desde que fuera para allá hace un par de años. Poco antes de instalarse en ese cielo lector, legó los 600 libros de su biblioteca particular a Marcos Ferrer, su amigo-familia que lo cuidó hasta el último momento. La ilusión de Jesús era que sus libros fuesen leídos, y que hiciesen feliz a las personas tanto como le hicieron feliz a él, que no pasó ni un sólo día sin leer. Marcos cumplió su promesa y sacó un día unos poquitos libros de los 600, y los dejó en una mesita del Parkin Susej en la Calle Calixto III de Valencia, el lugar que dirige, y comenzó a invitar a los usuarios y abonados del garaje a llevarse libros a casa, a leerlos y a devolverlos. Y a volver a por más. La iniciativa tuvo una acogida extraordinaria y te la contamos en aquel Fémur de "Los 600 libros de Jesús" que tanto disfrutamos (quizás te guste leerlo antes de seguir: aquí clic-clic). A lo mejor fuiste tú quien llevo una caja de libros el mismo día que se publicó en septiembre de 2015, o quizás quien llevaste aquellos cuentos infantiles unos días más tarde. Sé que muchos lectores del Fémur se acercaron por allí, por eso creo que te alegrará saber que tantas personas, además de los clientes del garaje, fueron a dejar libros y a llevarse libros a casa para leer, en un trajín lector que ha ido cogiendo vuelo desde entonces y del que me he ido enterando puntualmente.
He sabido que la lectura ha rulado desde entonces con la misma naturalidad que rulan los coches, las motos y las bicis del Parquing Susej y que Marcos mete y saca con igual cuidado que si metiese vasijas de barro a cocer para sacarlas después. Lo que comenzó hace un par de años en una mesita y cuatro sillas, con un montoncito de lecturas, ha 'derivado' en estantes y estantes llenos de libros que ocupan las paredes del garaje dándole un aspecto único. Aún más, se ha creado un punto de encuentro en el barrio y el lugar se ha cubierto de murales de L'Acadèmia d'Art de Valencia, que han transformado las paredes en auténticas obras de arte que, por su ubicación dentro del garaje, aún resultan más atractivos. También hay pintadas letras de canciones como Imagine, Hallelujah, o el poema Invictus que el propio Marcos ha escrito en las paredes de la entrada. He vuelto a ver a Marcos, quería ver en directo lo que me contaban por guasap y he alucinado con el sitio (una vez más).
He encontrado a Carlos, que guarda allí sus bicicletas, arreglando no sé qué de una de ellas como si estuviese en su casa. "Marcos representa para mí la parte buena del barrio. De estar en una zona ZAS, que es la cruz, este parking representa la cara buena, me hace quedarme aquí y da sentido al barrio. Para mí es un lugar de referencia y de encuentro", dice con cara de satisfacción mientras trajina la bici. Ha entrado entonces Fátima, otra abonada, buscando su bicicleta. No la tiene preparada porque estoy entreteniendo a Marcos con mis preguntas, y Marcos va corriendo entonces a hincharle las ruedas. "Es culpa mía", le digo a Fátima con cara de glubs. Pero me rehago enseguida y aprovecho para preguntarle también sobre su relación con el parking. "Esto es un centro para el barrio, es una referencia", dice. "Viene mucha gente que cree que los libros se alquilan y cuando se enteran de cómo funciona, se quedan alucinados... Tengo amigas que dejan aquí sus bicis por cómo está el garaje... ¿Tú sabes lo bonito que está?... Y tiene libros muy buenos, puedes encontrar lectura muy muy buena".
Fátima se despide de nosotros saliendo con su bici y Marcos sigue enseñándome más rincones del parking: hay libros hasta el fondo del todo del garaje y más murales que no había visto al entrar. Me enseña el WC y me quedo loca con lo que ha hecho Marcos en el WC del garaje, todo pintado rollo Wharhol... Entonces me cuenta que el pasado sábado organizó una fiesta en el garaje y que se presentaron los murales de l'Academia d'Art. Hubo un concierto de Los Walkers que llenaron el local de gente y música y que hay grafiteros que quieren pintar más murales y un escritor que le dijo que le traería un libro suyo que... Le pregunto a Marcos si quiere convertir el Parking en un centro cultural y me mira, sonríe, y responde que lo único que quiere es que la gente siga viniendo a por libros. "Tengo una abonada que viene a por libros para una persona que no se puede mover, y le lleva libros de aquí. Eso es lo que quiero que pase", y se queda mirándome como si no hubiese roto nunca un plato. No lo quiero entretener más porque hay coches entrando que tiene que cocer en el sitio, así que me quedo por allí unos minutos más bambando y haciendo fotos. No puedo evitar pensar en Jesús, el 'causante' de todo esto, y en lo feliz que estará en el cielo lector viendo lo que han provocado sus 600 libros y comprobando cómo puede transformar la realidad el poder de la lectura cuando ese poder está bien ejercido. A Carlos, el Parking Susej lo reconcilia con el barrio, a mí me reconcilia con la realidad lo que hace Marcos de esta manera tan altruista y generosa. A veces, son los pequeños gestos los que sostienen el mundo y estoy convencida de que es nuestra obligacion saber dónde y cómo suceden, ¿no te parece?...
Este es Marcos y aquí las letras de Invictus e Imagine que él mismo ha pintado ;-)
Yo leí los 600 libros de Jesús, y otros tantos de Fani.