El diálogo en los tiempos de la cólera

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  • En los tiempos de las cavernas, matabas al enemigo y matabas a la amenaza. En los tiempos de hoy, matas a un terrorista y no has hecho nada. Hay que matar a la ideología que provoca el odio, y eso es lo que busco.” Judea Pearl
     
    De todas las respuestas que podía haber elegido la familia del Daniel Pearl tras su asesinato por el grupo yihadista punjabi Lashkar-e-Jhangvi (Al Qaeda), eligieron el respeto. El respeto hacia ellos mismos, en primer lugar, entendido también como la mejor forma de honrar y dignificar la vida del periodista de The Wall Street Journal. Un respeto que significó no buscar venganza, ni acumular odio, ni rencor, ni convertirse, con todo ese dolor encima, y con mil razónes, a la ‘religión’ que causó la muerte de su hijo y marido: la intolerancia. Un respeto forjado en la certeza absoluta de que la palabra es más útil que las armas y que la barbarie sólo tiene sentido si, cuando sucede, se puede transformar en aprendizaje para que no vuelva a suceder de la misma manera. Daniel Pearl fue decapitado en febrero de 2002, cuatro meses después del 11 de septiembre; sólo un año después se creó la Fundación Daniel Pearl, sin ánimo de lucro y para: "trabajar a nivel nacional e internacional para promover el diálogo y el entendimiento intercultural, para contrarrestar la intolerancia cultural y religiosa, a cultivar el periodismo responsable y equilibrada, y para inspirar a la unidad y la amistad a través de la música”.
     
    "No son las cosas que nos pasan las que nos hacen sufrir sino lo que nos decimos sobre estas cosas". Epicteto.
     
    "He aquí un hombre cuyo hijo ha sido asesinado en el más brutal de los sentidos, y por medio de esta tragedia se vio en la necesidad de establecer puentes de diálogo”, dijo de Judea Pearl una autoridad en el Islam contemporáneo y una voz crítica siempre contra el terrorismo islamista, Ahmed Akbar. Juntos habían emprendido un camino que llamaron ‘de entendimiento’ entre musulmanes y judíos con la idea de ‘cambiar el mundo poco a poco y liberarlo del odio’ que había puesto fin a la vida del Daniel Pearl. Para ello ofrecieron durante algún tiempo una serie de encuentros para dialogar sobre aquello que los separaba y con el único propósito de acercarse en lo que les unía. Los encuentros iban de la teología a la historia pasando por la actualidad. Recuerdo beberme las casi dos horas del primer Diálogo Daniel Pearl para el Entendimiento Musulmán-Judío en la Universidad de Duke al que llegué siguiendo la historia del periodista asesinado y la generosa respuesta de su entorno. Escuché también con admiración las entrevistas que le hacían a Mariane Pearl, su mujer, embarazada de su hijo Adam cuando sucedió todo, tras el estrenó de la película basada en su libro A Mighty Heart.
     
    “La ética es mi religión”. Daniel Pearl
     
    Mariane Pearl, dijo en una entrevista en 2012, cuando le preguntaron cómo pudo superar todo aquel trauma sin salir dañada: “No quise renunciar al diálogo, y eso fue lo que me salvó. No sé cómo vamos a encontrar la paz en el mundo si no promovemos el diálogo. Es algo que nos hace más fuertes y que nos ayuda a que no temamos al diferente”. El año pasado, después del brutal asesinato de James Foley, escribió un artículo donde volvía a insistir en lo poco que solucionan las armas: “En cuanto a mí, sigo creyendo que solo se puede combatir a los terroristas con lo mismo que ellos están buscando destruir: tu alma. No tengo soluciones ya hechas para nuestra profesión. Solo sé que el mundo ha cambiado, las guerras han cambiado y que es mejor que nosotros cambiemos también. Tal vez podríamos empezar con la decencia, algo que sabemos a ciencia cierta que los terroristas no pueden tener. Y la búsqueda de esa misma verdad fue a la que Danny dedicó su vida. Una verdad con múltiples ramificaciones, reacia a explicaciones simplistas y a propósitos sensacionalistas”.
     

     

    He revisitado estos videos, he releído sus palabras, he vuelto a perderme en la web de la Fundación Daniel Pearl, y en la de Akbar Ahmed, que inició un Viaje a Europa para estudiar la vida de los musulmanes aquí. Y he pensado que, quizás hoy, con el sonido de fondo de las bombas que ya han empezado a lanzar, lo mejor que podía hacer era compartir todo esto contigo, después de tanto daño causado en Beirut, en París, y de tantas amenazas recibidas y tantas represalias prometidas. No se me ocurre nada mejor que reivindicar la palabra, el diálogo y el respeto, tomando ejemplo de quienes de verdad lo demuestran cada día. Y la decencia, claro. Eso siempre.
     

    4 responses to “El diálogo en los tiempos de la cólera

    1. Muchísimas gracias por este texto, Fani. Creo que estos días los que creemos en la no-violencia y el diálogo estamos un poco achantados, y este tipo de textos nos ayudan mucho a reafirmarnos en nuestras convicciones.

      No sé si leiste la carta de Antoine Leiris a los terroristas que mataron a su mujer en la sala Bataclan:

      "No tendréis mi odio. El viernes por la noche robasteis la vida de un ser excepcional, el amor de mi vida, la madre de mi hijo, pero no obtendréis mi odio. No sé quiénes sois ni lo quiero saber, sois almas muertas. Si ese Dios por el que matáis nos ha hecho a su imagen, cada bala en el cuerpo de mi mujer habrá sido una herida en su corazón. No os haré este regalo de odiaros. Vosotros lo habéis buscado y sin embargo responder a vuestro odio con mi cólera sería ceder a la misma ignorancia que ha hecho de vosotros lo que sois. Vosotros queréis que yo tenga miedo, que mire a mis conciudadanos con ojos desconfiados, que sacrifique mi libertad por la seguridad. Habéis perdido. El mismo jugador sigue jugando todavía.

      La he visto esta mañana. Por fin, después de noches y de días de espera. Estaba tan hermosa como cuando se marchó el viernes por la noche, tan hermosa como cuando me enamoré perdidamente de ella hace más de 12 años. Por supuesto que estoy devastado por el dolor, os concedo esta pequeña victoria, pero esta durará poco. Yo sé que ella nos acompañará cada día y que nos reencontraremos en ese paraíso de las almas libres al cual no accederéis jamás.

      Somos dos, mi hijo y yo, pero somos más fuertes que todos los ejércitos del mundo. No tengo más tiempo para dedicaros, debo reunirme con Melvil, que se despierta de su siesta. Tiene 17 meses apenas, va a tomar su merienda como todos los días, después vamos a jugar como todos los días, y toda su vida este niño os hará la ofensa de ser feliz y libre. No, tampoco tendréis su odio".

      https://www.facebook.com/antoine.leiris/posts/10154457849999947

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