Un
Concordato es un tratado internacional entre un Estado y la Iglesia Católica
que regula las relaciones entre ambos en temas de mutuo interés. En España se
aplica el Concordato de 1979, firmado en la Ciudad del Vaticano por Marcelino Oreja y el Cardenal Giovanni
Villot, que es el que ahora quiere revisar el PSOE
porque se ve que no le dio tiempo durante los casi ocho años que estuvo en el
poder. He leído el texto concordaticio
y, de inmediato, llámale epifanía, he entendido mejor el conjunto de la
realidad. Resulta que, el Concordato (que suena a instrumento de tortura
medieval; “¡Aplíquenle el Concordato hasta que el diablo abandone su alma”), es
en la práctica, un mecanismo legal que permite a la parte contratante de la
primera parte, la Iglesiacatólica,
seguir haciendo lo que le sale del púlpito con la parte contratante de la
segunda parte, el Estadoespañol, por
mucho que esta segunda parte contratante tenga a su favor un texto
constitucional que establezca que “ninguna confesión tendrá carácter estatal”,
en su Art.16.
Pues
bien, esta aconfesionalidad constitucional española se queda minúscula ante el
Concordato, de una riqueza léxica y eficacia sintáctica capital (me postro
ante la literatura del BOE). En el Acuerdo quedan regulados divinamente: los
asuntos jurídicos (por Ej., el estado respeta la inviolabilidad de los archivos
y registros de la Iglesiacatólica,
algo que impide apostatar a los ciudadanos, eres católico ad eternum), los asuntos económicos (la Iglesiacatólica está exenta de IVA, IBI, IRPF, y recauda
directamente de sus fieles sin conste alguno...), los temas de enseñanza y asuntos
culturales (se leen cosas como “Bachillerato Unificado y Polivalente”, y
que “el estado velará para que sean respetados en sus medios de comunicación
social los sentimientos de los católicos…”), y también articula los temas sobre
asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas y servicio militar de clérigos y
religiosos (papel del Vicario Castrense, etc.)
El
Partido Popular, no me preguntes porqué, ya ha dicho que no revisa el
Concordato ni por la gloria de su madre porque “puede crear conflicto”, pero,
a mí, llámame imbuida-post-epifanía, me huele que acarician la idea de
restaurar el de 1953, cuya semántica sí que era como Dios manda.
Uy! ¿Y qué vamos a hacer si esto sucede? Lo mismo mi marido deja de serlo, y mi hija vive fuera de la ley de dios (sí, lo he puesto con minúscula porque quiero)… entre que ya no nos pagan por trabajar y que vamos a ser unos convictos de la ley divina… Va a ser cuestión de hacerse del partido que gobierne y apuntarse a alguna secta legal, a ser posible la más grande del mundo…