La
autoestima es la mejor defensa contra el maltrato; sin embargo, resulta
llamativo que esta frase sencilla desde el punto de vista sintáctico resulte
tan compleja desde el punto de vista semántico. Sería deseable que la
autoestima nos viniese incorporada de serie, pero no es así; su construcción es
extremadamente delicada y, además, depende de variables externas que no
controlamos: entorno familiar, educativo (muchísimo), social, laboral, incluso
geográfico (hay países en los que tienes en contra de tu autoestima hasta la
legislación). Cuesta afianzar más de lo que pensamos la percepción que una
tiene de sí misma, la valía personal que siente y el respeto profesado por lo
que es (y no por lo que se espera que sea). Lo mejor sería que no nos resultase
tan arduo aceptarnos, querernos y confiar en lo que de verdad somos para poder
establecer modelos más sanos de relaciones afectivas. Pero a poco que
desabrochas la realidad, las cifras del maltrato te demuestran lo complicado
que es alcanzar ese modelo. ¿Qué modelo?... Por ejemplo, uno que nos permita
detectar la primera humillación, el primer desprecio, el primer insulto, para
salir zumbando de la relación y no volver más.
Detectar
la primera humillación es fundamental. Suele ser poco estridente, a veces irónica,
una gracieta, a ver si cuela... Si cuela una, cuela todo lo demás. Para cuando
te ha puesto la mano encima ya lleva demasiado tiempo haciéndote daño. Es
radical y completamente falso que ‘quien bien te quiere te hará sufrir’. Es
justo lo contrario: quien te quiere bien, te hará feliz (lo intentará de corazón,
al menos). Si tu pareja te provoca sufrimiento sin venir a cuento, es un síntoma
de que la relación no es saludable para ti. En EEUU se utiliza el término red flag para hablar de indicadores de
alerta; pues bien, hay red flags que
nos deberían poner en alerta máxima. Si temes contrariarlo, si te inquieta su
reacción frente a tus decisiones, si necesitas justificar una salida sin él, si
no celebra tus logros profesionales, si te grita, si te ridiculiza en público,
si controla tu ropa, tus amistades, el móvil, el WhatsApp, Facebook, Twitter...
Todo eso NO es normal. Las relaciones amorosas no son perfectas ni mucho menos
idílicas, pero cuando gozan de buena salud, no perturban, no desestabilizan, no
fagocitan. Y sobre todo, no te destruyen. Te aportan, te hacen mejor persona,
te ayudan a crecer. Y si no funcionan, puedes salir de ellas en el momento que
quieras.
Recuerdo
que un estudio del año pasado de Mujeres
Progresistas señalaba que el 80 % de los jóvenes entre 14 y 18 años veía de
lo más normal que "la chica debía complacer al chico". Otro estudio más
reciente destaca la juventud de las mujeres que acuden cada vez con más
frecuencia a los centros de atención para mujeres maltratadas. Y el último y más
demoledor de ayer, de la OMS, donde se define el maltrato femenino como ‘un
problema de salud pública de proporciones endémicas”. No suelo seguir temas tan
mediáticos como el juicio contra José Bretón, pero leyendo sobre el maltrato
esta semana, me ha noqueado leer que Ruth Ortiz, su ex mujer y madre de los dos
niños ‘desaparecidos’, afirmó que tuvo que “normalizar muchos comportamientos”
de su ex marido para poder estar en a su lado. Y que se separó de él finalmente
porque era “infeliz” y se sentía “anulada y triste”. Me parece un testimonio lo
suficientemente dramático como para servir de alerta y ayudar a todas aquella
mujeres que en estos momentos de sus vidas están poniendo ‘normal’ donde deberían
poner ‘adiós’.
Sempre clara, hui realista, gràcies
A tu, hi ha temes que no admiteixen 'floritures'.
Como siempre tu lúcido escrito pone los puntos sobre las íes.
Ruth Ortiz es un personaje -a su pesar- que se tomará de modelo para ilustrar estas situaciones que describes. Ojalá las mujeres que le vean y que estén en proceso de normalizar lo reviertan. Ya hemos visto de lo que es capaz un cualquiera. Besos mil.
Ojalá, me temo que le va a costar media vida superar este dolor.
Decir "adiós" donde dicen "normal"… La esperanza expresada en cinco palabras.
Es la única salida: irse, alejarse, salir… Porque hay otras opciones, otros caminos, otras oportunidades.
No he tenido una situación de maltrato cercana a mí, pero entiendo que no debe ser fácil salir de ello. Siempre es el miedo. Miedo a no poder valerse por una misma. Miedo a las represalias. Y hasta hace tan sólo 50 años estaba incluso bien visto que el marido pegase un par de guantadas a su mujer! Quitar ese sentimiento de inferioridad respecto al hombre para el que programaron a la mujer durante siglos va a costar…
Un placer leerte :-))!
Además del miedo, está el socavamiento perverso de la autoestima, que impide a las personas maltratadas reaccionar. Por eso es tan importante el entorno, que no se aíslen.
Molt necessari, Fani. I la cosa va cada cop pitjor: me'n faig creus del que suporten les adolescents d'avui. Veig colles de nanos al tren i no puc entendre com toleren que les tractin com ho fan. Cal revertir la tendència ja!
Per a mi també és el més preocupant això que dius de les adolescents… Están repetint un model que ja semblava que s'havia allunyat… I no. És desesperant veure certs comportaments.
Muy bueno. Lo comparto en twitter carmen_fersan . Buen trabajo.
Gracias, Carmen 🙂
Clarísima, Fani. Gracias. Lo comparto en twitter.