Bombas de corteza de pan

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  • “Cuanto más se aproximaba, la ceniza caía en las naves cada vez más caliente y más densa, y también pedruscos y piedras ennegrecidas quemadas y rajadas por el fuego, al paso que el mar se abría como un vado y las playas se veían obstucalizadas por los cascotes. Estuvo a punto de volver atrás, pero dijo al piloto, que se lo aconsejaba: La fortuna favorece a los fuertes. dirígete a la casa de Pomponiano”.  (Epistulae VI, 16. Cayo Plinio a Tácito).
    "Los Plinios"
    A Plinio el Viejo ni se le pasó por la cabeza aquella mañana del año 79 d.C que podía darle un apechusque mortal. Curioso impenitente, el naturalista quería investigar qué estaba pasando en el Vesubio, que llevaba horas escupiendo polvo gris al cielo. Plinio el Viejo era el prefecto de la flota en Puerto Miseno entonces, y el día anterior había atravesado el golfo de Nápoles bajo la lluvia de cenizas y casquijos de lava para llegar a Stabia, a casa de su amigo Pomponiano. Cuenta su sobrino, Plinio el Joven, que allí cenó y durmió y que fue por la mañana, al llegar a la playa para seguir acercándose el volcán, cuando cayó redondo, asfixiado por los gases de azufre y la lluvia de cenizas que el aire sostenía. Su cuerpo se pudo recuperar intacto tres días más tarde. Y también su historia, explicada por su sobrino algunos años después al historiador Tácito escrupulosamente detallada.   
    No tuvieron la misma suerte muchos otros habitantes de Pomepeya y Herculano, que fallecieron asfixiados por las cenizas y sepultados por 20 metros de cenizas volcánicas que alcanzaron una densidad como el cemento en agosto del año 79 dC. Nadie pudo recuperar sus cadáveres, ni escribir sobre sus muertes. Hasta que un ingeniero militar aragonés llamado Roque Joaquín Alcubierre, trabajando en Nápoles para la construcción de un palacio para el rey Carlos III de España, descubrió los yacimientos arqueológicos de Pompeya y Herculano (1738-1748). Su trabajo cómo ‘arqueólogo’ contó con algún detractor que dejó dicho: “Este individuo tiene que ver tanto con las antigüedades como la luna con los cangrejos”, (El Giro, pag. 56). Parece que su labor fue más de ‘desenterrar’ objetos de valor que de buscar sentido a lo encontrado, pero su hallazgo me recordó al descubridor de Troya, Heinrich Schliemann. Gracias a Alcubierre, pudo años más tarde el arqueólogo Giuseppe Fiorelli (1963) darle todo el sentido a lo ocurrido el día en que el Vesubio borró del mapa un pedazo de realidad.
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    Como director de las excavaciones pudo reconstruir la historias que habían quedado atrapadas en las cavidades huecas que la materia orgánica había dejado con el paso de los siglos con una nueva técnica. Rellenó con yeso los huecos dónde sólo había huesos para recuperar impresiones cóncavas de los cuerpos de las personas enterradas. Y así comenzaron a rescatar los últimos momentos y reconstruir detalladamente la vida de quienes murieron en unas circunstancias tan trágicas. Se pudo comprender su muerte y darle sentido. Resulta casi obsceno contemplar un momento así, sin haber pedido permiso, algunas escenas rescatadas son realmente sobrecogedoras. 
    Blog de Andrea López
    No estaban preparados para lo que les sucedió. Nadie se levanta de la cama pensando que va a quedar sepultado por veinte metros de cenizas después de comer. No se suele amanecer así... Uno se levanta de su cama con la idea de volver a ella terminado el día, que tampoco se puede vivir pensando que te puede tocar en suerte una erupción como la del Vesubio. Quita, quita... Se necesitaría una Erupción Supervolcánica apocalíptica por lo menos para que Europa quedase en ese estado... Y eso sólo sucede cada 10.000 años... La imagen se me arremolina en el cerebro sin querer... Si Europa quedase sepultada bajo cenizas y lava volcánica en este momento... Si la lava cubriese esta realidad, la vergüenza atrapada sería eterna... Vergüenza eterna cuando otro Fiorelli excavase en busca de explicación y rellenase los huecos dejados... Y encontrase miles de personas amontonadas en las fronteras, dispersadas en grupo por el territorio, miles de adultos juntos, con niños en brazos, o asidos a maletas... Cercados con vallas incluso... Me pregunto qué interpretación harían de nosotros, qué forma de vida concluirían, qué versión de esta sociedad darían.
    Foto de Marko Djurica para Reuters (@markodjurica)
    Habrá que estar atentos a la historia, para que quede reflejado todo esto que está sucediendo a los refugiados que escapan de sus países asolados. En el Volumen Sobre la Vergüenza de Europa que quede escrito, para que puedan entender lo sucedido. “Ya caía ceniza, aunque poca, pero al volver el rostro vi que se aproximaba una espesa niebla por detrás de nosotros que, como un torrente, se extendía por tierra. Apartémonos -dije- mientras veamos, a fin de que la multitud no nos atropelle en la calle empedrada cuando vengan las tinieblas” (Epistulae VI, 20. Cayo Plinio a Tacito). Se busca Plinio Joven para empezar a escribir cartas. 
    Foto de Marko Djurica para Reuters

    One response to “Bombas de corteza de pan

    1. Si esto fuera el Antiguo Testamento, al menos existiría la posibilidad de que una entidad superior mandase una lluvia de azufre a los causantes del desastre. En la coyuntura actual, les quedará una jubilación de órdago. Me bajo ya…

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