La transliteración es
un proceso mediante el cual representamos los signos de un sistema de escritura
que no conocemos con los signos de otro que nos resultan accesibles. Transliterando,
transliterando, hemos ido representando en latín las grafías de: el griego, el árabe,
el búlgaro, el chino, el armenio,
el ruso,
el japonés…
(aquí más). Gracias a dicho proceso podemos comprender que los palitos terminados
en isósceles de la primera figura aquí representada significan 'construcción' en acadio, la escritura
que los sumerios acuñaron hace tres mil quinientos años en sus tablillas de
barro. O que los signos gráficos de la segunda imagen se corresponden con el
concepto 'punto alto de cadeneta de la escritura crochet, cuyas “primeras
referencias escritas se remontan a la obra shepherds's knitting del
libro The Memoirs of a Highland Lady de Elizabeth Grant en 1812”.
Este mismo proceso se
utiliza para adaptar los teclados de los ordenadores y que, al pulsar un tecla, salga en la pantalla la
grafía correspondiente a otro idioma. En Europa hemos ‘romanizado’
(representado en el alfabeto latino) todas los idiomas mencionados, y cada país los adapta
a su vez al suyo propio. En otros partes del planeta hacen el proceso inverso y
adaptan a sus sistemas los nuestros, que no conocen. Es esta constante
transliteración de lo desconocido a lo conocido un motor que ayuda el avance de
ese artefacto llamado civilización. Y, si lo piensas, todo esto de la
transliteración surge del mismo lugar: de la necesidad de comprender, de
entender, de saber… De conocer.
“Aquel que vio todo hasta los confines de la tierra. Que todas las
cosas experimentó, consideró todo conjuntamente…”. Me gusta imaginar el
esfuerzo dedicado a mediados del siglo XIX a descifrar y entender las doce
tablillas que componen el Poema de Gilgames, la narración escrita más antigua de la historia (la versión más completa se encontró en la biblioteca de Asurbanipal, en el 650 a
C). Fantaseo con el momento epifánico en que Champollion consiguió
descifrar en 1822, y tras muchos años de trabajo, la piedra que nos
abrió las puertas al Antiguo Egipto, a lo no conocido: la Piedra de Roseta. Aunque me dura poco la
emoción… Se me va la mano a la grapadora con la que llevo sujetándome el hígado
toda esta semana para no escupirlo por la boca ante la enésima demostración del
poco o nulo interés de este Gobierno en descifrar los signos que le dan los
ciudadanos. Las reacciones a los resultados electorales están al mismo nivel de
su incapacidad para entenderlos. Suerte que muchos, con el empuje de los mas
jóvenes, ya les hemos descifrado y podemos identificar sus signos correctamente
y así lo han demostrado las urnas. Ellos verán qué hacen con tanta señal mal
interpretada. A lo mejor pueden empezar leyendo la historia de Gilgamesh
por la tablilla que cuenta cuando el gigante Humbaba pide clemencia. Si su interés está en el saber, claro... Si no, la opción es aprender a hacer crochet, que deja mucho tiempo para pensar... Aunque también hay que descifrar.
Cuando el dedo señala la luna, los tontos miran al dedo. Y esta mirada perdida es una señal de peligro si el que mira al dedo decide tu futuro. No miremos al que mira al dedo e interpretemos bien para las próximas elecciones. Gracias Fani por mandarnos esta señal.
"la necesidad de comprender, de entender, de saber… De conocer"
Fani no conocemos nada o casi nada y si se trata de comprender, menos aún.
Gran artículo.
Un abrazo
Dijo una vez un hombre sabio que no le gustaba vender cara su ignorancia a otros ignorantes. Es una suerte que estos ignorantes no entiendan nada, eso en circunstancias normales en un país de gente medianamente inteligente sería suficiente para que pudiéramos olvidarnos de estos bocazas arrogantes (de sobra es conocida la arrogancia de los ignorantes), el problema es que a pesar de tantas señales la mitad de la gente de este país o “cree” en ellos o los "comprende", en todo caso les son sospechosamente leales (digo esto porque la lealtad no cuestionada es sospechosa, como mínimo de algún trastorno del carácter). Ya sé que el voto es libre pero el ejercicio de la libertad implica responsabilidad y cuando la inteligencia está cautiva de supuestas esperanzas baldías, el que espera desespera y de ahí a la desesperación un paso, hacia atrás, como se ve en el resto del continente. De esto somos responsables todos, los gobernantes que tenemos y los gobernados que los votamos en lugar de botarlos. El resto es cháchara de café o peor, televisiva. No sabía que este país era tan europeo, lo digo por su tradicional y recalcitrante fascismo intelectual y emocional (el anglosajón y el mediterráneo, hay fascismo del norte y del sur), claro que a lo mejor no es el país o el continente, ya empiezo a creer que es la genética de especie, y si es así, en un par de hostias más estamos “despachaos”. En cuanto a los "más jóvenes"… en fin me consuelo "leyendo" tu foto: Joven, Inteligente, Sensible, Valiente… y Sonriente (JISVS), ¡Olé tus…co raz (j) ones, guapa!
Nosaltres també hem d'interpretar els seus senyals. estan "cagaos". No poden fer-se l'ànim