“Los escarabajos viven juntos unos pocos meses, vuelan en
los crepúsculos y en las noches de junio y julio, y chupan los jugos que
rezuman de los árboles”. El Oryctes nasicornis, escarabajo rinoceronte europeo, es una especie de coleóptero
escarabeido de la Familia Dynastidae que me ha robado el corazón estos días entretenida
con Insectos, una de las Guías de la
Naturaleza, de Everest. Que un bicho de nombre tan
rudo, sea poético en su comportamiento es algo para compartir. Encontré la guía
como todo en la vida, sin buscarla. Iba por un libro de regalo, y se me apareció
ahí, rebuscando en las estanterías: flaquita, plastificada, apenas nueve
centímetros de ancha y medio palmo de alta. Un euro, valía (para que digan
luego que leer es caro). Hay auténticas joyas encuadernadas por los estantes de
las librerías, sólo hay que pasar un poquito más allá del ‘prime-time’ de los títulos-más-vendidos para encontrarlas. Una
vez conseguido mitesoro, empezó el
ritual: abrirlo por una página al azar (aunque preferiría abrirlo al azahar) y leer lo primero que aparezca
para sacar moraleja a mi conveniencia. No profesar credo conlleva actos así, y
la zozobra vital (llámalo zozobra, llámalo espiritualidad, llámalo
entra-en-contacto-contigo-mismo-si-te-atreves) te la tienes que ventilar en
forma de libro abierto, o bien mirando hacia arriba buscando el recorte de los
edificios en el cielo y dejándote llevar por la forma, o hincándote de rodillas
al Dios Café con más entrega que nunca... Hay días que envidias lo mascadito
que lo tienen los creyentes, todo pautado y reglado.
Estábamos con la poesía del Escarabajo Rinoceronte y la Guía
de Insectos de Everest de un euro que
me he leído enterita como si fuese un best-seller y que tanto me ha enseñado. Quisiera
hablarte también del Pececillo de Plata, un termófilo fascinante (aguanta hasta
45º) que habita por todo el mundo y que se alimenta de sustancias dulces, y por
eso le han puesto Lepisma Saccharin de nombre científico (la lógica entomológica es brutal). Me
encontré con esto: “Su forma de aparearse se ha conocido hace poco debido a su
vida nocturna. El macho deposita un saco seminal en el suelo, bajo una telaraña
apoyada oblicuamente en una pared. La hembra se desliza por debajo de esa
telaraña, encuentra el paquete seminal, lo palpa con el abdomen y lo introduce
en la abertura genital”. Lo de la telaraña en oblicuo me cautivó, y eso de que
su desove dependa de una telaraña en oblicuo... ¿Cómo lo harán?... ¿Cómo se
organizarán?... ¿Negociarán con las arañas o les ocuparan la tela?... Teniendo
en cuenta que la Guía es del 96, y que el bichito sigue vivo y provocando hasta
plagas, algo tiene que estar haciendo bien. Hay sólo 72 especies descritas en esta
Guía de los casi un millón de especies existentes, y las que quedan por
catalogar (se habla de millones también). Los insectos representan el 90 % de las formas de vida
del planeta, y aún hoy siguen apareciendo especies nuevas. Cómo
seríamos, si en el Renacimiento se hubiese vuelto la mirada hacia los insectos,
en lugar de hacia Pericles, es una línea argumental que no se me va de la
cabeza... Esa habilidad de la efímera
(Ephemeroptera,
de los más antiguos que existe en la actualidad), que pone los huevos al vuelo
rozando la superficie del agua, o la resiliencia del escarabajo de la patata,
al que tanto cuesta combatir. O la exquisita elegancia del escarabajo ajedrezado con ese caparazón rojo y negro brillante que ni Dior...
Por no
hablar de la nomenclatura entomológica: imago (parece una App de Apple: iMago),
ninfa, pupa, omatidio, prototórax, corazón tubular... No hay página que no
tenga un palabro suculento. Casi al final de la Guía leo qué es la metamorfosis completa
y la metamorfosis incompleta. Resulta que, en la metamorfosis incompleta, los
insectos experimentan tres etapas; huevo, ninfa e imago (insecto adulto y
sexuado). Aquí, la ninfa será siempre parecida al adulto y siempre se asemejará
a él por muchas veces que mude su exoesqueleto al variar de tamaño. Digamos que
hay crecimiento, pero no hay transformación. En la metamorfosis completa hay
cuatro fases: huevo, larva, pupa e imago. Es en la etapa de ‘pupa’ cuando
sucede lo extraordinario, el cambio a algo diferente, único, complejo, capaz y
bello. El imago aquí no se parece a nadie excepto a él mismo, y aparece convertido
en adulto capaz de buscarse la vida. Aquí es cuando me alegro de haber vuelto
la mirada hacia los insectos, aunque sea por una vez. Algunos de los que
habitan el Congreso de los Diputados en esta legislatura aún no se han dado
cuenta de que, mientras ellos hacían su ninfosis política a espaldas de la sociedad, la sociedad ha sufrido una metamorfosis
completa. Todavía muchos no reconocen a este nuevo imago surgido de las pasadas elecciones (pupa). Lo ven, pero
no lo reconocen. Pues que se den prisa, que el día menos pensado desplegamos
las alas como las mariposa y echamos a volar. O volvemos a las librerías a
buscar más libros, que no sé que les dará más miedo.
Hace unos días me quedé fascinada con la vida del pez Cerato y otros peces abisales. Resulta sobrecogedor de qué modo se acoplan para reproducirse, la alegoría es feroz.
También llegué a este blog sin buscarlo, solo consultaba palabras para un título, y lo encontré.
Hace años de este artículo y del Imago surgido tras esas elecciones, pero no dejo de pensar que quizá el proceso era reversible, que la metamorfosis no fue tan completa o quizá sí vieron la «pupa» y acabaron sacando la artillería pesada, el nuevo Santiago Matamoros.
En fin, que casi estamos en la etapa de vuelta a las librerías en busca de otra metamorfosis sin tregua, pero esta vez ya están avisadxs, lo que no significa que sea más fácil.
Me encantó el artículo, gracias.
Pues me alegro mucho que, buscando palabras, hayas llegado hasta aquí, donde la palabra es tan querida. Bienvenida.
Una lectura más, facilmente digerible y deleitosa.
Gracias, Fany
Gracias a ti, Pedro, por esa lectura generosa.