“Pedro J., dejó El
Mundo para dedicarse al periodismo”, El
Mundo Today, en La Ventana.
Es injusto que los
españoles no disfrutemos a día de hoy de una serie de ficción por capítulos
inspirada en los entresijos, líos y puñalás
traperas de la política monclovita. Como adicta a teleseries presidenciales
llevo años echando en falta una buena ficción sobre esa primera línea de la política
nacional. Y no será por falta de temas, cualquiera de las tapas de alcantarilla
política que levantes en estos momentos da para más de una temporada. Tampoco faltan
buenos guionistas, se han parido series nacionales de impecable factura y éxito
de audiencia. ¿Será entonces que no contamos con figuras políticas tan potente
como Dee Dee Myers, Judy Smith o Michael Dobbs?... Myers,
Secretaria de Prensa de la Casa Blanca durante los primeros años de gobierno de
Bill Clinton, fue la primera mujer en llegar a un cargo ocupado por hombres hasta ese
momento. Bien sabe Aaron Sorkin que El
Ala Oeste no hubiese sido lo mismo sin su colaboración en los contenidos. Y
bien sabemos los telespectadores que gracias a ella, dios-Sorkin creo a la divina
C.J., Secretaria de Prensa en la serie, a quien nunca adoraremos lo suficiente.
Amen y clic.
El
caso de Judy Smith, que trabajó en la
Administración Bush también como Jefa de Prensa y que adquirió un papel muy relevante
dirigiendo situaciones
de crisis ha sido la fuente dónde ha bebido Shonda Rhimes para convertir Scandal en una de las series de ficción más
adictivas y comentadas de los últimos tiempos sobre la Casa Blanca. De las
entretelas de Judy Smith ha sacado Rhimes a Olivia Pope, un portentoso personaje
capaz de cambiar cualquier polvo presidencial por brillo electoral y dejar una
Presidencia macilenta como los chorros del oro sin soltar el bolso. Por su
parte, Michael Dobbs,
asesor y antiguo Jefe de Gabinete de Margaret Thatcher, escribió de su puño y letra
británicos el libro House of Cards en 1990, que
la BBC emitió con gran éxito y que ha elevado a los altares televisivos el gran
Kevin Spacey. El actor ha construido a Francis Underwood, un personaje tan bella
y vilmente interpretado que consigue tocarte a partes iguales los principios y la
admiración en cada episodio. En esta última ficción se cumple el sueño de
cualquier ciudadano: saber qué piensa exactamente un político cuando abre la boca (por si no lo has visto haz clic).
Quizás
no valoramos suficientemente a los políticos patrios como sujetos
‘ficcionables’, pero tiene que haber por ahí algún Frank Underwood que se anime a hacer historia televisiva. Tampoco es que haya tradición, la verdad, ninguno
de los que dejaron el poder político se puso al servicio de la ficción; casi
todos prefieren ponerse al servicio de las multinacionales. Pues es una pena, justo
ayer escuche a Ferrán Monegal comentar que Ernesto Ekaizer había sugerido que “la mano que ha mecido la cuna en la destitución
de Pedro J. Ramírez ha sido la vicepresidenta del Gobierno”. Y pensé en cuánta manteca
televisiva contenía esta insinuación sobre la mujer con más poder en el
Gobierno. Ahí hay tema. Justo hace tiempo lei que: “El Gobierno maniobra para ‘cargarse’ a Pedro J. Ramírez, domesticar a La Sexta y mantener neutralizado El País”, y no hice caso, pero con todo lo que está
pasando, tenemos más que para un episodio piloto. Venga, a ver si se
anima algún 'ficcionable' y nos arremangamos a escribir ya mismo la 'biblia'. Aparte de rezar
por Wyoming hasta las próximas elecciones, of course.
Que poquito queda ya para decir, Franco ha muerto pero resucitó un tal PP disfrazado de yo que sé.