Escena 1
Se abre el telón y aparece la Presidenta de los EEUU en rueda de prensa desde la Casa Blanca. Acaba de filtrase a la prensa, y son hechos probados que su gabinete no ha podido refutar que la Presidenta practicó una felación al miembro, digo, a un miembro de su staff (no entiendo por qué el auto-corrector me marca ‘felación’ como error y me ofrece ‘delación’, ‘relación’, ‘velación’ y ‘fetación’ como alternativa). Un periodista explica que todo pasó en el Despacho Oval mientras su marido estaba en el Ala Oeste revisando el discurso que al día siguiente iba a pronunciar la Presidenta en un foro internacional. La presidenta lo admite todo delante de las cámaras y de los periodistas, y explica tremendamente compungida que ha sido una relación impropia, y que está del todo arrepentida. "Constituyó un error de juicio y un fallo personal por mi parte del que soy la única responsable", añade. Y pide perdón fervorosamente por el daño causado a su familia, a su hija, que adora, y a su marido, a quien ama y respeta profundamente. A su lado, de pie, super maqueado, su marido, un prestigiosísimo abogado, multipremiado por su labor a favor de diferentes lobbies bancarios y empresariales, la mira con afecto y devoción. Cuando la Presidenta hace un amago de llanto, él hace amago de acercarle un pañuelo, blanco inmaculado, ribeteado con barras y estrellas y con las iniciales BC bordadas justo en la esquitina que sale rápidamente en todas las cabeceras de los informativos. No hace falta el pañuelo, la lágrima no llega a salirse de la cuenca presidencial.
Escena 2
Se abre el telón y aparece declarando en el juzgado un Infante de España, hermano del Rey, sexto en la línea sucesoria. La esposa del Infante, una deportista de élite podrida de medallas olímpicas, y licenciada en Ciencias Políticas, ha estado gualtrapeando con fondos públicos gracias a una empresa de eventos deportivotrincoculturales en la que el Infante era partícipe con el real beneplácito. Hay implicadas hasta tres comunidades autónomas en el desfalco de fondos públicos. Llevan 61 sesiones de juicio repartidas en 164 días de seis meses, entre el 11 de enero y el 22 de junio de este año. La esposa del Infante también calienta banquillo, es la acusada principal y piden 20 años de cárcel. Está sentada detrás del Infante, atenta a toda su declaración como un perdiguero. El aspecto del Infante es francamente deplorable: delgado, demacrado, ojeroso, tez cerúlea, maldormido y enojado. El gesto altivo, seco como la mojama, y parco en palabras. El fiscal le formula una batería de preguntas sobre el caso de corrupción por el que está acusado, aportando datos certeros que no dejan lugar a duda de su implicación en los hechos. El Infante explica con tono manso y monótono, pero sin perder un ápice la altivez y la compostura, que él estaba profunda y enteramente enamorado de su mujer y que, jamás, nunca, le preguntó qué era lo que firmaba religiosamente cada noche antes de entalamarse con ella. Añade que confía ciegamente en su esposa y que dice amén a todo lo que ella proponga. Para eso es santo, el matrimonio, añade. Antes de volver a ocupar su lugar al lado de su esposa tras finalizar su declaración, se le escucha perfectamente decir con voz amaragada que tiene muchas ganas de que acabe todo eso para no volver a pisar este país.
Escena 3
Se abre el telón y aparece al marido de la que fue veinte años la tesorera del partido del Gobierno. Está declarando por el Caso Cinturilla, un escándalo de multicorrupción estatal que afecta al Partido en el Poder. El marido de la ex tesorera va impecablemente conjuntado: camisa, corbata y chaqueta, con una paleta de colores que van del gris marengo al blanco gaviota de sus gemelos. Un abrigo de tres cuartos de paño bueno está perfectamente doblado por la parte del forro, de un azul intenso, encima de la mesa. El hombre contesta con voz temblorosa las incisivas preguntas del fiscal, que insiste por enésima vez sobre la firma que aparece en la documentación de una Fundación a Medias que tiene su mujer con él. Dice compungido que ella y su marido jamás hablan del trabajo en el hogar, añadiendo que tienen una vida personal plena y feliz. Ante la insistencia del fiscal en conocer el origen de unos millones en un banco suizo que están a nombre de su mujer, el marido de la ex tesorera explica no saber qué significa ser tesorero ni qué tipo de funciones desarrolla. Y muy apesadumbrado lamenta no poder contestar a la pregunta. Y explica con voz suavita que él, cuando su mujer llega a casa por la noche, lo único que hace, de toda la vida, es prepararle un vermú y que ni se le ocurriría preguntarle por temas laborales. El marido de la ex tesorera dice un poco ofendido que él no es tonto y que jamás pondría en cuestión a su esposa. Y le ruega al fiscal que no insista más.
Escena 4
Se abre el telón y se ve una comisión de investigación en las Cortes Valencianas. Comparece un ex Presidente de las Cortes que fue también Conseller de Turismo en el Gobierno del Partido en el Poder tras haber confesado públicamente que no tenía ni puta idea de turismo. El ex Presidente de Les Corts, lleva demasiada laca en un flequillo que no le favorece en nada pero que su peluquero construye milagrosamente cada mañana con los cuatro pelos que le quedan. Está contestando preguntas sobre la presunta financiación irregular de su partido y una feria que...
Va, no te doy más pistas, que seguro que ya sabes cómo se llama la película.
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