Aun no se me había recuperado
la inteligencia del insulto sufrido por el anuncio de una conocida marca de
moda y complementos, cuyos productos escapan del alcance de la mayoría, cuando
ha llegado a los medios un sugestivo anuncio publicitario producido por obra y
gracia de la Conferencia Episcopal (que se está convirtiendo en un generador de
contenidos inagotable desde las elecciones). La Iglesia Católica entra en el
mercado laboral y ofrece trabajo fijo y remunerado como sacerdote coincidiendo con su celebración del Dia del Seminario el próximo 19 de Marzo. Para conseguir
el contrato únicamente se necesita ser hombre soltero. Todo lo demás corre por
cuenta de la empresa: adoctrinamiento, hábitos, paga, vivienda, manutención y
hasta pasión (“Te prometo una vida apasionante”, es la campaña). Es obvio que
el ministerio sacerdotal no lo puede ejercer una mujer porque la Iglesia Católica
así lo prohíbe en su matrix canónico,
relegando a sus mujeres al eterno secundario femenino. Tampoco lo puede ejercer
un hombre casado, ni un homosexual confeso (si no confesa, no hay problemas,
cosas de la doble moral). Pero no por obvio resulta menos irritante un anuncio
de estas características dirigido al conjunto de una población con casi cinco
millones de parados in crescendo
gracias a una reforma laboral que es el sueño de cualquier Patronal, y donde el
verbo trabajar deja de conjugarse con una facilidad escalofriante de un día
para otro.
Resulta también obvió que
la Iglesia se ha apuntado a la corriente emprendedora de ver la crisis como
una oportunidad de crecimiento y quiere expandirse sabiendo que la necesidad crea
el órgano (de la fe, en este caso). Si el anuncio lo hubiesen emitido
única y exclusivamente en sus parroquias no tendría nada que objetar, pero lo
han colgado en Internet, en Youtube y difundido por Facebook y Twitter. Estamos en lo de siempre con el clero, el carácter expansivo les
pierde y una vez mas, traspasan los límites del área de actuación que son sus
fieles, lanzando una campaña publicitaria como si lo suyo fuesen bolsos o
complementos. Si una oferta laboral similar la hubiese
hecho cualquier otra compañía, organismo, o marca comercial nos la estaríamos
comiendo viva por discriminar a los ciudadanos por razones de sexo o de cualquier otra
condición personal (art. 14 Constitución). Una conocida periodista ya ha afirmado que: “Es
imposible sustraerse a la belleza de esta campaña. Salvo que estés lleno de
odio. En ese caso, te pondrá de los nervios. Porque tiene la osadía de plantear
el cristianismo a los hombres del siglo XXI”. Ahí lo dejo.
Lo siento pero no alcanzo a entender que tienes en contra de la libre circulación de ideas y opiniones.