Firma Invitada
Gerente Asociación Jovesolides España
Licenciada en química, diplomada estudios avanzados en química teórica y computacional, máster en cooperación internacional y movimientos migratorios.
Llevo veinte años en España y sin quererlo me he visto involucrada en una lucha para que mi gente en Marruecos y la gente en España, ahora también mi país, entienda que somos iguales. Nos reímos por lo mismo, lloramos por lo mismo, casi comemos lo mismo. También es muy similar la manera en la que organizamos nuestras fiestas familiares, nuestras celebraciones, las relaciones entre amigos. Llevo mucho tiempo intentando hacer entender a la gente que, aunque nos separe el Mediterráneo, aunque tengamos religiones diferentes, incluso aunque unos sean ateos y otros no, en el fondo estamos todos cortados con el mismo patrón. He tenido el lujo de convivir con personas de diferentes culturas, de diferentes continentes y puedo asegurar que también somos iguales.
Todo esto puede parecer una obviedad, pero no lo es. En estos días de pandemia las desigualdades afloran, el racismo y la islamofobia también. Me cuesta muchísimo entender que ante una situación como esta, en la que estamos viviendo todos en nuestra propia piel la sensación del miedo, la incertidumbre, todavía exista gente con un discurso de odio latente. No sé por qué a la gente le cuesta tanto entender que los inmigrantes necesitan papeles, no solo para sentirse personas, sino para poder alquilar sin miedo, para poder trabajar sin miedo para poder cuidar a sus hijos. También tienen hijos, recordemos. Y sus niños quieren ir al parque, quieren tener juguetes, es que son los mismos niños, con los mismos miedos y con las mismas ilusiones.
Pero a pesar de mis esfuerzos, siento que no lo logro y mira que lo intento. Me siento impotente. Algunas personas de aquí buscan sentirse superiores. Que no somos limpios, que los autobuses de Alsa apestan, que la mujer musulmana es sumisa, que los inmigrantes viven de las ayudas, que no se adaptan, que nos roban el trabajo. Y llega un momento en que la lucha resulta cansina.
Siento que al final he fracasado. Llevo veinte años aquí y me pregunto: ¿he cambiado a alguien?, ¿alguien ha podido cambiar de forma de pensar? A veces, incluso con algunos compañeros y compañeras de trabajo. Me cuesta saber cómo piensan realmente. No sé si me hacen caso en lo que digo o simplemente porque soy la “jefa” me dan la razón, o la gente del tercer sector? o los políticos progres? o muchas de las familias españolas que me han acogido con mucha generosidad, me consta que me quieren y de verdad. Pero siempre con matices...es que tu eres diferente, es que tu has venido a estudiar, es que tu no aparentes ser del sur, es que lo decimos de broma,.. etc.
Con algunos conocidos me pasa lo mismo. A veces hay un largo silencio cuando trato algunos temas. Como la cuestión del velo, cuando hablo de la no sumisión de la mujer. La gente no me dice directamente que somos seres inferiores, pero lo veo en sus caras y es más duro, y a veces duele más el desprecio que el odio.
En estos días varios colectivos de inmigrantes hemos lanzado la campaña en redes “RegularizaciónYa” para pedir una regularización de las personas inmigrantes que hace tiempo conviven en nuestro país. Estas personas quieren trabajar con plenos derechos en actividades tan esenciales durante la pandemia como la agricultura o la sanidad.
A veces buscas apoyo de algún político, de algún famoso y no lo encuentras. Mientras, estos días sin ir más lejos, mucha gente ha buscado apoyo y todo el mundo se ha volcado. Me parece fantástico, yo me emociono con cada canción que surge. Pero siento que nadie piensa en los pobres inmigrantes. Muy pocos lo hacen. Se impone el discurso “Primero los de aquí”.
Y luego están los que te dicen a la cara que eres inferior. Durante la campaña “RegualizaciónYa” he sufrido ataque en las redes sociales que no voy a ampliar aquí. Pero se han metido incluso con mi físico. El hecho de ser una persona obesa es algo con lo que tendré que convivir toda mi vida, pero en estos días hasta los odiadores de Twitter se suman a atacarme por ello.
Siempre he sentido un vínculo muy fuerte con las persona negras. Tengo un amigo, Yuma. Él aparca coches en una zona muy concurrida de Valencia. En estos días sigo en contacto con él. Por teléfono me dice que está bien, y que no necesita ayuda, pero yo sé que no. Por eso, con algunos amigos estamos echándole un pequeño cable. Algún día, si me deja, contaré su historia.
Cuando era niña y vivía en Marruecos pensaba que ellos, los negros eran los únicos que sufrían acoso y racismo. Pero no, al cruzar el charco, pude comprobar que lo de sentirse superiores también pasa de blancos a blancos. Todo me parece terrible. No sé por qué la gente se empecina en esto de sentirse superior a otro, la verdad no ayuda en nada. En los últimos veinte años nos ha tocado también a los musulmanes. Hay un odio tremendo hacia todos los musulmanes del mundo. Y de una forma muy sutil y soterrada hoy en pleno siglo XXI seguimos esclavizando a las personas musulmanas, a las personas negras, a muchos inmigrantes. No hay más que darse una vuelta por los campos de Huelva para ver en qué condiciones viven.
No obstante, no quisiera acabar esto de forma tan gris, escucho la canción de “Volveremos a brindar” y me vengo arriba, y confío que pese a todo el daño que está causando el COVID-19 igual por otro lado está derribando muros, muros que nos impiden vernos de tú a tú, porque igual llegó el momento de volver a juntarnos de otra manera, juntarnos bien, juntarnos por igual, juntarnos como una única fuerza unida capaz de levantar este país que es de todos y de todas, seas de donde seas.
Hay algo de condición humana en lo que relatas, lo cual no es consuelo. En el fondo de todo está en la riqueza y desigualdad. No existe rechazo a los ricos árabes de Arabia por ejemplo, o al negro de por ejemplo América, jugadores de baloncesto americanos, de futbol, etc. En un pueblo existe diferencia entre ricos y pobres y existe rechazo a estos últimos, cuando de una región española existe emigración para ganarse la vida en otra, también existe ese rechazo. En fin, que la clave está en las desigualdades, pues generalmente los migrantes son pobres y tendemos a considerarlos inferiores y además tendremos a pensar que vienen a quitarnos lo que es nuestro. Pocos piensan que gracias a ellos, por ejemplo ahora podemos recoger la cosecha. No te sientas mal, tu lucha es de largo plazo y tiene que ver con la lucha contra la desigualdad y tiene poco que ver con los orígenes, pues si estos son ricos, no ha rechazo
No te canses, la gente buena supera a la mala en número. Pero la bondad se comunica menos que la maldad.
Gracias por tu testimonio querida Boutaina, me identifico con lo que expresas, y deseo de todo corazón que la humanidad despierte a nivel global, que reine la paz, la justicia, la igualdad…que este tiempo nos sirva para avanzar en consecuencia, en apreciar los pequeños detalles y momentos que pasaban desapercibidos, que seamos capaces de adentrarnos en nosotros y descubrir el amor escondido bajo las nubes de egoísmo que definían nuestros actos.
Siento mucho los ataques que has recibido, y mando una energía positiva, de luz y Amor a las personas que te han atacado, aunque el ataque realmente es a ellos mismos, porque somos humanos y nos duele hacer daño a los demás, quedamos destruidos por dentro aunque ponemos máscaras de fuertes…seamos capaces de mandar energía positiva confiados en que es la única forma capaz de transformar a las personas…
Totalmente!!. Como bien expresas Boutaina, somos todos iguales. A veces ya con tu ejemplo hace de ejemplo para las personas. Que lo bueno supere lo malo/ lo positivo supere lo negativo.
Que las personas que buscan una vida mejor,. Tienen necesidad de vivir y no menos vivir en otros lugares. La vida solo pasa una vez ( al menos en este pensamiento) y por que no , que sea lo suficientemente bien para todos.
Sigue asi y contagianos!!! Y sigamos!!
Gracias Boutiana por favor no dejes nunca de luchar, no te canses, necesitamos personas como tú.
De nuevo GRACIAS
Hola Boutaina. Me ha gustado mucho tu escrito. Soy una profesora de español y trato a diario desde hace unos cuántos años con inmigrantes de muchas nacionalidades y niveles académicos muy diferentes. También tengo la misma sensación, los que vivimos aquí solo nos damos cuenta de que las personas que vienen a nuestro país, son exactamente iguales que la mayoría de nosotros, personas que buscan el pan o que luchan por encontrar una vida mejor. No nos damos cuenta de lo que dejan, de lo que sufren al llegar aquí y del precio de romper con sus vidas e intentar buscársela en un país que no es el suyo. Pero esto, importa poco o nada. Si no se es capaz de empatizar en lo más sencillo Como es abandonar tu país y dejarlo todo, es difícil pensar en otra cosa.
Aún así, hay que seguir luchando, yo tengo continuas “peleas” con conocidos para hacerles entender que todos somos personas y bajo esta premisa, hay que basarlo todo.
Tengo la esperanza de que granito a granito conseguiremos cambiar hacia un mundo más justo.
Entiendo que es complicado tener que luchar por cambiar las cosas aunque sean lógicas. Pero pasa a todos los niveles. Tenemos leyes injustas. Hay desigualdad económica grave y severa, mientras exista se nos mirará mal a los pobres, nos ven como una amenaza pero nos necesitan para hacer los trabajos que consideran denigrantes, los que nunca harían ellos. Pero con trabajo te integras. Cada vez son menos los que discriminan. El horror para mí es la caridad, si me pagan por trabajar me siento mejor y puedo relacionarme mejor, sintiéndome al mismo nivel. Si alguien se siente superior, allá él, nunca todos pensaremos y sentiremos igual. Pero quizá sí lo hagamos la mayoría.