Mucho se ha expresado Doña Realidad desde que ‘los padres del documental” (no, no hay madres del documental, ya he buscado), Robert Flaherty y Dziga Vértov, rodasen Nanuk el esquimal (1921) y El hombre de la cámara (1929), dos documentales que no he visto y que ya me está faltando tiempo para hacerlo. Hablo de la expresión de la realidad porque, el documental, que me imagino que vendrá de ‘documento’ como ‘cosa que sirve para testimoniar un hecho o informar de él’, es un género narrativo que tiene como objetivo exactamente eso: mostrar la realidad. A ver, siempre, según su director o directora entienda la realidad, que la realidad es muy suya, por eso yo la llamo Doña; pero vaya, en cualquier caso, siempre es tenida como fuente informativa principal. El documental es una narración que fluirá por los meandros del formato elegido, con una organización de imágenes y una estructura puestas al servicio de la mirada sobre el aspecto de la realidad que nos quieran compartir. Es, para entendernos, lo contrario que sucede en la ficción, cuya narración puede ser tooooodo lo peliculera que le de la gana a quien dirige la película y no debe, ni tiene, por qué ajustarse a la Doña. Por eso la omnipresente frase: La magia del cine #Ohhhhhh
Que la realidad me la hago yo un cucurucho cada mañana y le pongo/quito lo que me parece... Vive Dior que así es y así lo expliqué en el Fémur este que se llamaba Mantecao Para Todos. Que me postro en dos ante lxs documentalistas que son capaces de mostrarnos la realidad en la pantalla grande dejándonos con la boca abierta y/o el corazón encogido, y/o la piel de gallina... Eso es así también. Por eso estoy tan feliz de que haya llegado, por fin, a mi querida ciudad DocsValencia (aplausos), un festival que Pau Montagud y Nacho Navarro han conseguido traernos después de un exitoso camino por México (DocsMX). Aquí y aquí puedes leer amplios reportajes sobre DocsValència y en la Web que te enlazo aquí clic-clic encuentras todas las propuestas, en los diferentes espacios. Lo que yo quiero destacar, celebrar y compartir es un aspecto de la programación que me ha dejado loca: El espacio de las pequeñas historias. “Un espacio en donde no sólo caben las sonrisas, los juegos, la diversión, sino también el descubrimiento, el aprendizaje y, por qué no, la reflexión”. Como dijo Nacho Navarro en la inauguración: "Una sección para las nuevas generaciones". Unas proyecciones dedicadas a las pequeñas personas, esas que sostienen el futuro entre sus manos y que pueden hacerlo posible... ¡¡¡¡Esas!!!! (más aplausos). Los documentales dirigidos a este público tan importante están guiados por una persona que interactuará con los niños y las niñas.
Me ha gustado tanto la propuesta que he querido consultar a las profesionales a ver si les entusiasmaba tanto como a mí, y estas han sido sus respuestas:
Giovanna Ribes, (productora, directora, guionista y documentalista), “Creo que los documentales "infantiles" son un genero imprescindible que deberían ser utilizados en las escuelas para tocar temas reales. Aportan conocimiento, espíritu crítico, concienciación de la otredad y, sobre todo, ayudan a formar y a abrir unas mentes para recordarles que la historia se repite, que no estamos aislados, que nuestros actos y decisiones repercuten y que con ello debemos construir, si no una sociedad perfecta al menos mejor y más reflexiva”.
Cristina Escrivá Moscardó (gestora cultural, escritora y directora de documental), “Fomentar la producción de documentales dirigidos a la infancia me parece una fantástica idea. Siempre he creído necesario desarrollar a tempranas edades temáticas y géneros de realidades que se presentan a lo largo de la vida, unas positivas y otras negativas, pero que no por eso se tienen que dejar de hablar y plantear. Desde la muerte, que forma parte de nosotros, a las más pequeñas actividades cotidianas que, no saber resolverlas, complican el día de día. La no ficción aporta la pedagogía de saber, de descubrir situaciones, de aprender a solucionar problemas, de disfrutar de las pequeñas cosas, de valorar la vida, de no ser egoísta, de ser autónomo, de ser conscientes de los actos, de… En pocas palabras, saber vivir para ellos y ellas, y para los demás”.
Puy Oria, (productora de cine y documental, Presidenta de A.M.A), “No es un tema que se toque habitualmente, pero sería fantástico empezar a ver documentales temáticamente adaptados a las diferentes edades desde jovencillos/as, como ocurre en otros países, porque no tengo duda de que multiplica el interés en diferentes temas, acercamiento a otros países, culturas, etc. Está comprobado que ese acercamiento a otras realidades desde la infancia, tanto dentro como fuera de los centros escolares, potencia la curiosidad así como la adquisición y el interés en el conocimiento de múltiples realidades que nos rodean”.
Pilar Almenar (periodista y documentalista), “Me encanta que haya documentales para niños. Vivimos en un mundo complejo, con una realidad cambiante, y creo que es un error tratar de negar a los niños una parte de esa realidad que ven por la televisión, escuchan en el entorno familiar o incluso en el colegio. La vida no es una película de Disney. Los niños son personas especialmente receptivas y se hacen preguntas a veces incluso más inteligentes que las que nos hacemos los adultos. ¿Por qué negarles entonces la existencia de la crisis, las guerras, la pobreza o las epidemias? El género documental para niños puede ayudarles a responder esas preguntas y a hacerse otras nuevas, convirtiéndoles en ciudadanos más conscientes, críticos y capaces de analizar el entorno. Y a darles más herramientas para construir un futuro mejor".
No sé tu, pero yo me veo pidiendo prestadas hijos e hijas estos días para ir a los pases de “El espacio de la pequeñas historias” en la Plaza del Patriarca de Valencia. Como dicen en DocsValència: “Bienvenidxs a la fiesta de la realidad”.
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