Hartos de mamandurrias
medievales y teocentrismos, los hombres y las mujeres del Renacimiento volvieron sus ojos
hacia la antigüedad clásica con la idea de renacer a formas de vida e ideales
más adecuados a sus necesidades. Y así tuvieron a Copérnico, Leonardo,
Petrarca, Mantegna, Gutenberg, Lutero, y a los valencianos Luís Vives e Isabel de Villena... Nivelito. El tema del ‘renacer’ es todo
un género historiográfico: a un periodo oscuro lo sucede uno luminoso que,
inexplicablemente, conduce a la humanidad hacia la opacidad más absoluta
como si no hubiese aprendido nada durante los periodos de luz en los que se
supone que quedaba todo claro. Pues no. Diríase que estamos metidos en un loop evolutivo tipo
renacimiento-muerte-renacimiento-muerte-renacimiento-muerte-renacimiento-muerte-renacimiento-muerte. No hace falta ser Pico de la Mirandola
para reconocer el oscurantismo
político-económico de nuestra época y comprobar cómo las sombras van
invadiendo cada
día lugares dónde brillaba la clase media, digo el sol. Con todo,
tranquiliza tener la certeza de que la siguiente época será más
luminosa, que traducido significa básicamente que
saldremos de la crisis... Porque ya sería mala
suerte, justo ahora que nos ha tocado a nosotr@s la perra chica, que a la
evolución le diese por salir del loop
y dejarnos estancados en un continuum
oscurutum in saecula saeculorum (sabía yo que me serviría de algo el
latín). Lo más inteligente es seguir el
ejemplo del Renacimiento y encontrar ideales y espacios más humanos
todavía.
Y como no existe nada más humano que la célula, es un buen momento para dirigir nuestra mirada hacía el espacio eucariótico,
la unidad funcional más pequeña y en donde se nos cuece la salud. Un
lugar con el que nos relacionamos casi siempre por prescripción
facultativa y en forma de medicamento cuando ya estamos mal. Sería
estupendo poner la vista en nuestras mitocondrias, centriolos, liposomas, y aparatos de Golgi, poniendo especial atención en los
telómeros, que están en el núcleo y son claves en nuestro bienestar. Vaaale, seguro que estás pensando que ya
viene la flipada de los polumbis a llenarte la cabeza de nuevas especies que te
quitan el sueño... Bueno, algo de razón tienes porque cuando sepas qué son los
telómeros ya no te los vas a quitar de la cabeza. Si tienes a mano una libreta de
gusanillo y miras los extremos del alambre enrollado, verás que están doblados
hacia adentro de manera que impiden que las hojas se salgan. Pues esos extremos
enrollados son parecidos a los telómeros que están ubicados al final de los cromosomas, protegiéndolos e impidiendo que se junten sus extremos. El
estrés, el agobio, o la depresión, debilitan y acortan
los telómeros, provocando que los cromosomas se vuelvan inestables, que
se fusionen o que se pierdan, lo que puede activa procesos de apoptosis
o muerte celular. Yo suelo brindar por
mis telómeros desde que la Premio Nobel Elizabeth Blackburn
me los presentó y tomé conciencia de ellos. Procuro tenerlos presentes y
hasta les hablo a veces o les pido opinión (oye, hay quien le
habla a las plantas). Pues eso: chín-chín. Y a renacer.
Por si te apetece un canal de música de la época :-)
Por si quieres ver con qué se tocaba :-)
Tomas Luís de Victoria
Folías de España
Ciclos que van y vienen… subiendo y bajando…. y por lo que parece, nosotros hemos tenido la suerte de sostenernos unos minutos, cual surfistas avezados, en la cresta de la última ola.
Pues hasta la próxima ola :-))))
Qué buen post, no conocía tu blog pero creo que lo voy a añadir a los de obligada lectura 🙂
Gracias, Glocoru :-))) El Fémur 'sale' los viernes a primera hora.
Sí algo se desde mi ignorancia es que todo en ésta vida es cíclico, todo se repite más tarde o más temprano para lo bueno o para lo malo, lo verdaderamente importante es la experiencia para afrontarlos.¡Ah Ahora mi ciclo interno está en incremento positivo,será acaso de esa bioquímica interior! "mens sana in corpore sano" (otro latinazo de andar por casa). Saludos
Pues enhorabuena por ese ciclo interior positivo… Que te dure y contagie al exterior :-)) Un saludo.
Muchas felcidades por la repercusión que está teniendo tus posts en Twitter, podrías darnos una recomendación para darnos a coner (@miotsyrealidad) o http://www.entremitosyrealidades.com
Gracias, pero no tengo una recomendación. El blog funciona así de bien única y exclusivamente gracias a la generosidad de l@s lector@s, que cada viernes lo leen. Y por mi parte: mucho curro :-)))
Así es, los telómeros nos recuerdan hasta nuestra vida microscópica es consciente de lo que nos pasa. Son como una mecha que deberíamos cuidar más, porque nos va la vida en ello.
Me ha encantado el ejemplo del cuaderno, no lo había pensado, pero lo usaré en mis clases.
Un saludo.
http://laleydelaveleta.blogspot.com.es/
Gracias, soy muy fan de los telómeros… Y la imagen del gusanillo me persigue, créeme. Un beso y gracias por tu visita :-))
Los gusanillos de nuestros cuadernos, fantástica. Me encanta.
Gracias, Javier. Un besazoooo!
Grande, Grande. Como casi siempre.
Salud.
Javier, siempre tan generoso con El Fémur :-))) Un beso.
Dices… "Lo más inteligente es seguir el ejemplo del Renacimiento y encontrar ideales y espacios más humanos todavía" y añades…"El estrés, el agobio, o la depresión, debilitan y acortan los telómeros"…
Y yo digo, que te fumaste para escribir este articulo? Jejejeje! XD
En serio, tal vez, unas buenas aberturas de telómeros les vendrían bien a unos cuantos y dejar que la naturaleza haga el resto, puede que renazca el ser "mas inteligente" que deberíamos ser.
Gracias Fani!
¡¡¡¡¡¡Por sus telómeros los conoceréis!!!!! ¿Te imaginas, Jordi?…. Poder discriminar en base a cosas así???? Un besipetó :-)) Y no, no me he fumando nada. O sí 😉
A ver si me presentan a los mios para vigilarlos también. Enhorabuena genial artículo.