(Aviso:
este post puede herir la sensibilidad de los creyentes)
Hace
unos meses me levanté una mañana y me fui a apostatar. El Arzobispado de
Valencia no me queda lejos, así que fui paseando. Iba como ceremoniosa, me dio
un no-sé-qué solemne mezclado con un grandísimo ataque de curiosidad por ver
qué pasaba. Había leído que en Valencia la Iglesia facilita la apostasía lo
mismo que un teleoperador la baja de sus servicios contratados, es decir nada.
La entrada al edificio del Arzobispado, a espaldas de la Catedral, no pudo ser
más prometedora, hacía mucho sol y vi un grupo de sacerdotes nada más entrar en
una especie de patio interior que, así recortados al contraluz, me parecieron
marcianos de esos que se te quedan mirando a pie de platillo volante, y los
tienes que saludar pero sin saber en qué idioma. “Buenos días, ¿me podría
indicar dónde puedo apostatar?”, pregunté a un ordenanza sin cartoncito blanco
en el cuello. En su indicación de la correspondiente ventanilla adiviné un
hartazgo contenido envuelto en educación obligada. “Pregunte allí”, me señaló.
En los escasos veinte metros hasta llegar “allí” pude apreciar la cantidad de
madera noble que había utilizada en los muebles, los mármoles de las escaleras
y en general la magnífica solidez del edificio. Y, sin querer, pensé en
barracones pre-fabricados como colegios y en salas de urgencias de hospitales
abarrotadas...
“Buenas,
quería apostatar”. Primero levantó la cabeza, luego la mirada, y finalmente fue una
sonrisa la que acompañó a la amable señora que me obsequió con similar hartazgo contenido y
educado que el ordenanza. “¿Has traído el impreso?”... ”No, pensaba que aquí me
lo darían”, contesté. “Tienes que descargártelo de la página web”, me explicó
como zanjando el tema. “¿Y no me lo puede facilitar aquí, que es el sitio donde
se apostata?”. “Lo siento, no disponemos de impreso oficial, el que hay está en
‘las webs’, la gente ya lo trae cumplimentado, aquí sólo se registra el
documento”. Y en la entonación descendiente de su línea melódica advertí que
tenía ganas de terminar la conversación... ¿Sabes eso que te quedas grieta
porque no puedes entender cómo en el sitio donde se hacen las cosas no se
pueden hacer las cosas?... “¿Cómo puede ser que donde se apostata no exista un
documento para apostatar?”, dije adoptando su mismo tono de hartazgo contenido
y educado. Y por detrás suyo, una cabeza masculina emergió de los libracos
donde tenía aparcada la nariz hasta entonces y se sumó con su mirada al
hartazgo contenido y educado en el que nos habíamos sumido ya todos. No decían
nada, así que clavé otro interrogante en el muro de su silencio. “¿Y ya que no
puedo apostatar hoy y que he venido hasta aquí no podría hablar con alguna
persona sobre el tema de la apostasía?”... La mujer olió mi terquedad y salió
un momento. “Èl te atenderá”, dijo a su vuelta presentándome a un sacerdote que
me alargó la mano para saludarme y me invitó a seguirle hasta un despacho del
mismo estilo que lo visto hasta entonces (madera, mármol, piel, libracos...).
Cerró la puerta tras él, se sentó detrás de una mesa a la vez que me invitó a
sentarme, me miró a los ojos directamente y me dijo: “Me han dicho que tienes
preguntas que hacer”... Y yo pensé inmediatamente, “Señor, perdónale, porque no
sabe dónde se ha metido”... Desde aquí doy fe de que, si existe el cielo, ese
hombre se ganó un trozo aquella mañana.
Tuvo
una paciencia bíblica durante casi dos horas respondiendo a mis preguntas, que
fueron verdaderas invectivas en algún momento. Matrimonio homosexual, celibato,
abusos, libros de bautismo, apostasía... Y más cosas mías. Contestó a todo sin
bajar la mirada ni eludir temas. Sólo me formuló una pregunta para saber porqué
era tan importante para mí apostatar de una iglesia que nada me pedía o exigía:
ni cuotas, ni presencia alguna; que ningún problema me creaba y a la que,
estrictamente, ya no pertenecía (el último sacramento recibido fue la
Comunión). A raíz de mi respuesta me habló un rato sobre la “apostasía
silenciosa” de miles de creyentes que viven completamente alejados de la
iglesia como uno de los asuntos mas dramáticos para ella. Creo que comprendió la
necesidad de dejar constancia de mi firme voluntad de no querer pertenecer a la
Iglesia Católica bajo ningún concepto, sin intentar convencerme de nada. Escuchó
sin pestañear mi decisión de no seguir vinculada a una religión que excluye a
las personas por su opción sexual, que reduce a las mujeres al papel de
“siervas” de los hombres, o que se alía con los poderosos en lugar de vivir
única y exclusivamente para los menos favorecidos (la Conferencia Episcopal
Española lo borda). Con todo, tengo un muy buen recuerdo de ese día. Y me he
acordado mucho del ‘sacerdote paciente’ viendo el sarao montado en Roma con el informe
Vatileaks, la renuncia de Benedicto XVI y la elección del nuevo Papa (la
Capilla Sixtina hecha unos zorros para la ocasión). Más de una mañana me entran
ganas de volver al Arzobispado a darle más razones para no querer saber nada de
esa Iglesia.
Querida Fani, es otro día dejé un pequeño comentario en abierto en twitter:'tanta seda y tanto oropel para elegir a Papa o jefe de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, me tienen confundido' y añado ahora que verguenza tienen que sentir los que profesan esa religión, precisamente ahora. Sigo sin entender que esta y otras muchas religiones sólo sirvan para enriquecerse las altas cúpulas de las mismas, vamos los mismito que los partidos políticos, pero en este caso a lo bestia.Enhorabuena por tu relato. Cuánto me hubiera gustado acompañarte en esas preguntas.Alguna le huebiera hecho al 'paciente sacerdote'
Gracias, Javier, seguro que le hubieras planteado alguna que otra, hay tantas contradicciones entre lo que dicen y lo que hacen en algunos sectores de la Iglesia que da para una rueda de prensa. Un abrazo 🙂
Pues me adhiero a Javier, la próxima vez, programamos una excursión. Sei grande ;-))
Madre mía, Angélica, si vamos las dos, tiene que pedir refuerzos :-))) Gracias!!!
Lo que más me gusta de tu acción es el valor de la paciencia y las palabras. Por cierto, las juntas muy bien.
Nada supera la fuerza que tienen una conversación cara a cara, donde el lenguaje corporal, el tono de voz, y la mirada completan lo que dicen las palabras. Gracias :-))))
En realidad la religión, cualquier religión, excluye a las personas inteligentes, a esas no hay manera de dominarlas.
Gracias, Víctor :-))))
Eso pasa por tomártelo de modo ceremonioso. Mucho mejor es decírles un par de herejías por escrito y esperar que te excomulguen. Además, asegura huequecito en las páginas de sociedad de los medios. 🙂
Un saludo.
Gracias, Jorge, y, créeme, fue sin yo querer tomármelo así… :-))))
On hi ha que signar!? : )
Jejeje… Hi ha un link al post de "Europa Laica" que té tots els documents :-))
Mi padre tiene un primo sacerdote.
Después del seminario y tomar los votos, marchó a París, a la Sorbona a estudiar psicología. Tuvo contacto con diversos grupos de estudiantes, entre ellos el que luego sería conocido como Eric el Rojo. En aquel entonces ya recibió un tirón de orejas por irse a estudiar sin la autorización expresa de sus superiores, pero la cosa no fué a más.
Posteriormente lo destinaron a una parroquia en un pueblo cerca de un río. En tiempos del magnífico creador de pantanos, se empezó la construcción de un fastuoso megapantano, en unas precarias condiciones laborales, accidentes, traslado forzoso del pueblo viejo que iba a quedar inundado…
Se puso de parte del alcalde y los vecinos ante las primeras manifestaciones de la población.
Como resultado, fué llamado a consultas por el obispado. Fué apartado del sacerdocio mientras los jerarcas eclesiásticos tomaban una decisión.
Pasó una temporada con nosotros en mi casa. Años después mi padre me contaba que le habló de la situación: "Primo, yo lo único que hice fué preguntar ¿por qué?".
Su "castigo" fué enviarlo a una parroquia de un pueblo de 300 habitantes, alejado del mundanal ruido.
Hoy continúa siendo sacerdote y ejerce como psicólogo para tratar a los propios miembros de la Iglesia. Que según me cuenta, viven en un perpetuo estado de contradicción.
En eso consiste el el sacerdocio: en vocación de servicio a los demás.
La Iglesia es otra cosa: una jerarquía piramidal, en la que su lider es escogido por una élite y se le supone infalibilidad en sus decisiones. Y contra eso es lo que hay que apostatar.
Gràcies, Joan, per "enriquir" sempre amb els teus comentaris (l'he compartit al TL). Exàctament pel que dius tu, vaig voler apostatar.
Sí que és de veres: jo tinc un amic mascatxapes que des de que s'ha fet apòstata el note molt més intel·ligent; ara ja sap diferènciar l'aigua calenta de la freda "és que la calenta crema!" Em va dir després que li donàren el certificat d'apòstata. 😉
Gràcies, Jesus 🙂
He notat que al meu missatge anterior he fet algunes faltes d'ortografia. Ho sent. Supose que el motiu és que encara no he apostatat, perdoneu.
No et preocupes de res :-)))
SIEMPRE ERES LA MAS REINA DE LAS PALABRAS….. PENSARA ESE SACERDOTE PACIENTE EN TI Y OTROS COMO TU ALGUNA VEZ EN SUS NOCHES DE INSOMNIO ? REZARA POR TI Y POR TODOS COMO DIOS MANDA ??? O SUS INTRIGAS Y REFRIEGAS DE "EMPRESA" ES AHORA LO QUE LE QUITA EL SUEÑO? BRILLANTE , SIEMPRE BRILLANTE….
Gracias, guapa. No sé si pensará, pero que se acordará de la "repesá" que lo machacó a preguntas, segurisímo. Un beso ;-))
Creo que soy creyente, librepensadora pero creyente. Para mí, el Vaticano no es la Iglesia. Ahí están la monja Teresa Forcades o el padre Ángel. Creo que ellos son mi Iglesia y en ellos sí creo. Siento que esto incomode a los demás.
http://es.wikipedia.org/wiki/Teresa_Forcades
No sé a quien pueda incomodar tu creencia, a mí NADA, te lo garantizo. Estoy contigo en la diferenciación que haces, que es la de muchísimos cristianos que no se sienten identificados con los tejemanejes del Vaticano. Pero eso es Iglesia te guste o no y, lamentáblemente, desde allí se marcan las directrices al resto de "iglesia". Un saludo y muchísimas gracias por compartir tu opinión en el Fémur :-)))
MA-GIS-TRAL.
Hola Fani, no me queda claro si al final conseguiste apostatar o no… yo termino de realizar el proceso mediante carta, y me han contestado que soy libre de apostatar, que se dan por enterados.. pero que no van a modificar los ficheros que tienen sobre mí (libro de bautismo). Quería saber si tú conseguiste algo más, y si es así me planto allí un día jaja