Macondo sin sol

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  • Foto: Kyrre Lien para el New York Times
    En Rjukan, un pueblo noruego al pie de la montaña de Gaustatoppen, (1883 m), a 175 kilómetros de Oslo, se construyeron tres espejos enormes que colocaron en lo alto de las montañas que lo rodean y que entraron en funcionamiento el año pasado. La idea era que los espejos captasen los rayos del sol y los proyectaran sobre el pueblo, metido en la uve formada en el fondo del Valle de Vetfjord. Tenían una buena razón: en Rjukan están de septiembre a marzo sin ver un solo rayo de sol. También tenían precedentes. En Viganella, un pueblo italiano metido entre los Alpes, donde el sol desaparece de noviembre a febrero, los espejos funcionan desde 2006. Y en la ciudad austriaca de Rattenberg cuentan con un sistema similar. Según contaba esta semana el New York Times, durante el tiempo que han estado en funcionamiento los espejos en Rjukan, la vida de muchos residentes ha cambiado, podría afirmarse que se han hecho más sociables. Pone como ejemplo que la salida de la iglesia los domingos ya no era un meterse cada uno en su casa, sino que se quedaban en la plaza hablando, o simplemente sentados en los bancos de la plaza, con los ojos cerrados y las cabezas levantadas, disfrutantdo de los seiscientos metros de sol proyectados sobre ellos. “Tendrías que haber visto la felicidad que trajo el sol, no habíamos visto nada igual”, “Ha sido una gran contribución a nuestra vida”, comentaban.  
    Martin Andersen, un artista conceptual que llegó hace doce años al pueblo, fue quien promovió y llevó a cabo esta iniciativa, empeñado en sacarlo de la oscuridad. El proyecto ha costado diez años de poner en marcha y parecía que iba a conseguir su propósito, pero el problema ha sido que los espejos han dejado de funcionar. El cielo en Rjukan ha estado tan nublado de diciembre a marzo pasados que tan sólo se ha podido ‘producir’ 17 horas de sol en ese tiempo, lo que ha provocado la parada del mecanismo. La opción ahora para intentar ponerlo en marcha es subir a lo alto de la montaña un generador y combustible, algo que ya ha causado controversia pues hay quien considera los 600.000 Euros invertidos una pérdida de dinero y no quieren más gastos. De 6000 habitantes, 1300 han firmado un manifiesto para que no se vuelvan a poner en marcha los espejos argumentando que, quien quiera sol, puede desplazarse al pueblo de al lado, o simplemente subir a las instalaciones de esquí como han hecho siempre. Esta postura contrasta con la propia historia del pueblo, que, desde su creación, no ha hecho más que buscar soluciones a la falta de luz. En 1928 se construyó un teleférico para que los habitantes pudiesen subir a lo alto de la montaña para disfrutar del sol y...
    Escribir pegada a la realidad tiene estas cosas: que estés buscando un final con toque literario a un post que cuenta la historia de un pueblito en su búsqueda ancestral del sol y de la felicidad, y que se muera Gabriel Garcia Márquez en ese momento. Y decidir que lo vas a dejar así... Inacabado, imperfecto, inconcluso, segado, deslazado, inexplicable final hoy... Como la vida misma. "Y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre, porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra", Gabriel García Márquez (Aracataca, 6 de marzo de 1927 - México, D.F., 17 de abril de 2014).

    3 responses to “Macondo sin sol

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