Sociedad Escultural

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  • “Sobre mis cosas aquí, todo iría bien si mis mármoles llegasen; pero en esto me parece tener una desgracia grandísima, porque desde mi venida no ha habido dos jornadas consecutivas de buen tiempo.”
    Miguel Ángel Buonarroti a su padre en Florencia, el 31 de enero de 1506.
    (“Miguel Ángel. Cartas”. Alianza Editorial).
    A Miguel Ángel le gustaba estar cerca del mármol. Disfrutaba mucho en la elección de cada bloque. Era una obsesión conseguir los de mejor calidad. Los blancos especialmente, sin vetas. Como los que había en las canteras de los Alpes Apuanos en Carrara. Buonarroti sabía siempre qué forma estaba atrapada dentro del pedazo seleccionado, por eso le gustaba seleccionarlos personalmente. Cuando el Papa Julio II le encargó las esculturas para su tumba, no dudó en volver a Carrara a buscar la mejor piedra. Pasó allí seis meses, entre cinceles y canteros, yendo con ellos a la montaña blanca y volviendo agotado por las tardes, a veces de vacío, y con los ojos cargados de terribilità como David y Moisés. Lo cuenta Leonor Recondo en Pietra Viva, una novela que ficciona dicho periodo y que he leído en paralelo a la correspondencia real del artista durante esa época. No sé si será cierto que Buonarroti “era muy descuidado en el vestir y usaba calzas de piel de perro”. O que “le gustaba acostarse vestido”. Sé que ese ejercicio de leer ficción y realidad me ha acercado al maestro de manera diferente.
    En 2004 vi su David en la Galería de la Academia de Florencia, justo después de la restauración. En aquel momento no sabía que, en 1506, cuando Miguel Ángel se fue a Carrara a buscar mármol ya había esculpido a David, con 20 años, y antes incluso La Piedad, considerada una ‘obra juvenil’. Así que me ha resultado muy emocionante leer ahora su correspondencia con aquellos recuerdos de fondo, y saber de sus preocupaciones, sus problemas, su forma de relacionarse con los suyos, o sus ralladas mentales (que las tiene). Y me ha fascinado pasarme luego a la ficción y pensar que, quizás, además de mármol para el Papa, el maestro buscase desesperadamente ver de nuevo el color de la piel de Andrea, el monje que... (va, no destripo más la novela). Impactantes también fue ver Los Prisioneros en la Galería, figuras espectaculares talladas directamente en el bloque de mármol, como si aún estuviesen medio atrapadas, o medio liberadas. Nada se sabe del porqué el cincel, la gradina y el puntero las dejaron a mitad de camino. “Bien podrían ser las almas intentando desprenderse de la materia, del cuerpo... Aprisionados en el bloque de piedra, ocultos en él, esperando que el escultor les acabe de dar forma”, explica Alicia Cámara, catedrática de Historia del Arte de la UNED.
    Georgio Vasari, artista y biógrafo de Miguel Ángel, cuenta que jamás vio trabajar al artista, que no permitía que nadie viese cómo esculpía las estatuas, ni cual era la técnica empleada. Cuenta que, para el escultor, las figuras estaban dentro de los bloques y que tan sólo había que arrancar el material alrededor de ellas para liberarlas, que era algo sumamente fácil. Vasari describe como: “Tumbaba su modelo en una caja como un cadáver en el ataúd. Llenaba la caja de agua hasta que el modelo quedaba sumergido. A continuación, abría un agujero en la caja para que el agua se fuera poco a poco, o la achicaba con un cazo. Las partes de la figura que emergían del agua primero eran las que Miguel Ángel tenía que tallar primero en el bloque de mármol. De la cara, por ejemplo, sacaba primero la nariz, luego la frente, luego el bigote, la barbilla, los párpados, y así sucesivamente”. Esto último sobre cómo el artista liberaba a sus esculturas del mármol lo he leído esta semana con el hígado grapado, asistiendo atónita a la narración de las malas formas exhibidas por quienes ostentaban el poder hasta ahora en muchos ayuntamientos y gobiernos autonómicos. No daba crédito...
    Tras haber llevado el sistema a la quiebra, reducido a mínimos los derechos a trabajadores, dependientes y enfermos crónicos. Después de haberse repartido nuestro dinero con los bancos, de desahuciarnos, de devolver en caliente a quienes más quemados están, de sacar a nuestros jóvenes del país en busca de futuro. Después de Gürtel, Púnica, Imelsa, Bárcenas, Tarjetas Black, Cooperación, Emarsa, Noós... Ahora vienen al grito de "excéntricos, sectarios, populista y radicales", y pretenden quitar la ilusión a una sociedad que intenta liberarse del bloque pétreo en el que la han incrustado con sus políticas de sumisión al FMI. Ellos, que han craquelado a la clase media, quieren desprestigiar como sea y de la manera que sea otras formas de hacer política y de encontrar soluciones a problemas que nunca fueron su prioridad... No lo permitamos. Sigamos poco a poco emergiendo, la nariz, la frente, la barbilla, los párpados, y así sucesivamente, hasta que toda el agua de sus cloacas se vacíe por el agujero.
      

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