El tenedor

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  • “Cruzó el desierto en furgón desde Nigeria. Llegó a Trípoli y un clan la retuvo durante un año. Tenía la cara totalmente desfigurada. Se desfiguró la cara con un tenedor para que la repudiaran. Estaba harta de estar en esas condiciones”. Oscar Campos, Proactiva Open Arms @openarms_fund

     

    Me llamo Zhang Shizshen. A los 17 años me llevaron forzosamente a una estación de confort en Mangshi, provincia de Yunnan, en China. Era el verano de 1942. Soldados japoneses entraron en nuestra calle y reclutaron a la fuerza a más de 50 mujeres. Fui esclava sexual de soldados sucios, tenebrosos, sin corazón ni cerebro, que entraban y salían de mi cuerpo como entraban y salían de los pueblos, arrasándolo todo. Mi cuerpo ya no me pertenecido más. Morí aquel día. Lo que violaban una y otra vez ya no era cuerpo mío. No era nada. No era nada. No era nada... Un día violaron a mi madre durante toda la noche. Yo estaba tumbada a su lado sobre el suelo. Encima de mí tenía un soldado con los ojos llenos de sangre y una vena abultada que le cruzaba la frente. Al girar la cabeza ví cómo dos soldados arrancaban la ropa de mi hermana... ¡Mi hermana!... Sólo tenía 12 años. Mi querida y dulce Chen murió esa misma noche. Como yo. Como morimos las más de 200.000 mujeres que servimos durante la guerra como confort sexual a los soldados. Ellos se confortaban y nosotras moríamos. Ese era el plan aprobado por el Gobierno. Aún nos niegan algunos... Querida Chen, mi querida niña Chen. Ya estoy contigo.

    Me llamo Marijana. Tengo 60 años. Cuando tenía 35, soldados serbios me llevaron a un centro de detención de Foca, al sureste de Sarajevo. Era un 2 de agosto de 1992. Me acuerdo porque el 2 de agosto es mi cumpleaños. Me encerraron allí. Me dieron carne, pan y agua. Durante 45 días me violaron soldados serbios más de 150 veces. Durante 45 días escuché cómo violaban, torturaban, dañaban, agredían, y golpeaban a mujeres de 20, 30 o 60 años. Cuando terminaban decían que íbamos a parir pequeños chetniks para que nunca nos olvidásemos de ellos. Una y otra vez gritaban hay que preñarlas, hay que preñarlas... Eran violaciones masivas. Era terror masivo. Hasta los niños tenían miedo de llorar... Dicen que fuimos violadas entre 20.000 y 40.000 mujeres en la Guerra de Bosnia. ¿Por qué?... Se lo pregunté a la abogada de La Haya y no me contestó nada. Sólo me miró en silencio. También pregunté si sabía dónde estaba mí bebé. Más silencio. Mi bebé tendrá 24 años. No sabrá quién es su madre. Yo no me avergüenzo de ser su madre aunque lo pariesen mis entrañas rotas. Era un niño precioso. Te buscaré hasta el último aliento... Hijo mío.

    Me llamo Jaqueline. Soy de Ruanda. Tengo 23 años. Durante el enfrentamiento entre hutus y tutsis en mi país, fuimos violadas más de 250.000 mujeres y tuvimos más de 20.000 bebés después. Aunque yo creo que fuimos más... Más torturadas, humilladas, destrozadas y desgajadas para siempre de nuestras vidas. Entre el 6 de abril y mediados de julio de 1994, fuimos constantemente violadas y muchas parimos hijos de esas violaciones masivas. Aún no entiendo cómo sobreviví a... Después de que siete hombres me violasen, el último me clavó su machete en el vientre y me dejó tirada en el suelo. Un vecino hutu me recogió, me llevó a su casa y luego vi cómo lo asesinaron. A veces es raro vivir... Lo normal hubiera sido morir en aquel momento. Me salvé. Viví. Tengo el VIH. Y un problema en la cadera desde aquel día. Tengo un hijo que no sabe quién es su padre. Mi marido nos dejó. No quería ser el padre del hijo de quien sabe quien... ¿Qué culpa tengo yo de no saber quién era el padre?... ¿Cuál fue mi culpa?... Qué desgracia, nacer mujer.

    Me llamo Yamena y nací en Darfur. Tenía ocho años cuando llegué en 2005 al campo de refugiados tras escapar de mi aldea. Tuvimos que salir corriendo. Me sacó mi madre a rastras de la cabaña y corrimos y corrimos y corrimos... Corre, Yamena, corre, Yamena. Y sólo oía el tun-tun, tun-tun, tun-tun del corazón que daba golpes dentro de mí. Quería correr, quería correr, pero no podía correr más. Cuando me desperté estaba tumbada. No veía a mi madre. No la ví en unos días. Un día volvió por la tarde. Tenía la cara hinchada como la barriga de un rinoceronte. Toda hinchada. Y morados los brazos. Y andaba muy despacio. No le pregunté qué le había pasado porque tenía mucho miedo de saberlo. A lo mejor, si no lo hablaba no estaba pasando... A veces, cuando de noche oía los gritos en la aldea, jugaba a que las cosas no estaban pasando si no las contaba. Me dijo una enfermera que a mi madre le había hecho daño unos militares que se llamaban yanyauid y que por eso estaba tumbada y no tenía ganas de hablar conmigo. Me dijo que habían hecho daño a muchas mujeres y que me escondiese bien cuando oyese cantar a los soldados. Me acorruqué al lado de mamí. Le cogí la mano. Giró la cabeza muuuuy despacio. Corre Yamena, corre... Me dijo.

    Me llamo Marie y soy del Congo. Dicen que es el peor lugar de la Tierra para ser mujer. En 2004 decían que había 400.000 violaciones de mujeres al año. Yo pienso que son más y que ya han dejado de contarlas... Y también pienso que al mundo le da igual que seamos cuatrocientas mil que quinientas mil... Y que da igual. No se oyen nuestros gritos desde África... Da igual si no sales de casa. Derriban las puertas, entran, se llevan lo que quieren y nos violan. Ni podemos salir a trabajar al campo, porque nos violan. Soy la única que queda de mi familia. Los mataron a todos. A mi madre, a mi padre, a mis cuatro hermanos. A mi madre también la violaron. Delante de mi padre. Mis hermanos lloraban. Mi padre lloraba. Pronto dejaron de llorar. Les pegaron cuatro o cinco tiros. Me violaron toda la tarde hasta no sé qué pasó porque perdí el conocimiento. En el hospital me sacaron objetos de dentro, no me dijeron qué objetos. Estuve dos años ingresada y me operaron siete veces antes de poder ponerme en pie y volver a casa. Mi marido me rechazó... Ni sé dónde está. Mi hija sí que está. Me mira todavía con pena y no sé cómo explicarle que con pena no vamos hacia delante. Yo no tengo tiempo ya para la pena. Hay un día que no te cabe más pena y dices que no quieres vivir así más. Ahora sólo quiero que me vuelvan a operar y poder valerme por mí misma. Era portadora de objetos. Hay un centro en Goma donde van mujeres como yo que no quieren que la pena mate lo que no pudieron matar los guerrilleros. Allí vamos a ir mi hija y yo. Estamos muy cansadas, muy cansadas, muy cansadas... Sólo espero guardar unas pocas fuerzas para llegar a Goma.

    Me llamo Rania y soy de Aleppo. Salí de Siria hace tres años. No me queda nadie allí. Vivo en un campo de refugiados. Mi hermano consiguió embarcar a Europa. No he vuelto a saber de él. Mis padres están en otro campo. No quiero verlos. Tengo vergüenza de estar con ellos. Tengo 19 años y no me acuerdo de cuando fue la última noche que dormí bien. Un soldado me dijo que cuidaría de mí si hacía ‘eso’ con él. Tenía tanto miedo que... Estaba aterrorizada. En el campo de refugiados se cuentan historias terribles de chicas secuestradas, vendidas, violadas... Él me dijo que me cuidaría. Me dijo que no me haría daño. Ahora viene cada noche a buscarme. Al principio sólo me acariciaba, luego me tocaba, y luego... Mi madre se moriría de la pena si supiera que yo... Mi hermano y yo éramos su orgullo. Los dos estudian, decía... Hace dos meses que no tengo la regla, y no sé qué va a pasarme cuando se me empiece a hinchar la barriga. Y no sé qué voy a hacer. Y no sé quien me va a ayudar. Y no sé cómo voy a explicar lo que me pasa... A todo el mundo le pasan cosas aquí que no pueden explicar.  

    Me llamo Hamsa y tengo 16 años. Era de Hardan, un pueblito yizaidi de la región de Sinjar que está al nordese de Irak. Un lugar destruído por el Estado Islámico desde agosto de 2014 y dónde sólo encontrarás ahora fosas comunes, por eso te digo que era de allí. Ahora no sé de dónde voy a ser ahora... Llegaron y arrasaron con todo. Nos llevaron a todas. A golpes nos llevaron. A las niñas las sacaron de la escuela. Torturadas, aterrorizadas, violadas repetidamente... Algunas fueron regaladas, otras vendidas por unos miles de dólares a hombres del Golfo Pérsico, otras fuimos sencillamente dejadas, dadas, arrojadas a... He estado un año encerrada en algún lugar de Mosul, donde he visto como han... A más mujeres, y a niñas que... Durante 365 días he sido violada. A cualquier hora del día. Me decían que iban a sacarme el demonio de dentro.... Me ataban con cables a la reja de las ventanas y me daban descargas eléctricas, si lloraba. Ya no lloro... No es que no quiera, es que no puedo llorar. No me quedan lágrimas. Dicen que me pondré bien... Bien es una palabra que no sé qué significa ya... No merece la pena ser mujer. El demonio son ellos. Ellos son el demonio...

    Me llamo Tabitah y soy de Nigeria. Escapé de Chibok por miedo a que un día me secuestrase Boko Haram. Ya se llevó a más de 200 niñas y yo no quería estar más allí por si volvía a por las chicas más mayores. Tenía terror a que me violasen. Conseguí cruzar el desierto en un furgón hasta Libia. Iba con otra amiga. Al llegar a Trípoli fuimos vendidas mi amiga y yo a un clan que nos tuvo retenidas un año. Mi amiga murió hace unos días. No sé cómo. Sólo sé porqué. Yo moriré esta noche, si todo va bien. Después de un año de violaciones sistemáticas, la muerte puede ser la mejor opción. Como ya lo he intentado otras veces, me atan manos y pies, y no me dejan nada cerca... Pero he conseguido un tenedor. Y lo tengo guardado. Y con el tenedor me voy a desfigurar la cara para que no vuelvan a tocarme. Eso pienso hacer.

     

    Hay más países, Uganda, Somalia, Colombia... Hay más mujeres, más nombres, hay más vidas, más cuerpos arrasados. Muchos más. Sólo he traído ocho voces, que son muchas voces a su vez, testimonios ficcionados de vidas reales que puedes ir conociendo en los enlaces que hay a lo largo del texto. He tenido que saltarme escenas aterradoras porque no he sido capaz de ficcionar los testimonios de ninguna de las maneras. La extrema crueldad de algunas historias lacera mi memoria como laceró lo que contó Oscar Campos a Gonzo en El Intermedio. Una historia que no he podido digerir y que por eso he tenido que tirar de ella, saber más y ponerla en contexto para comprender por qué... Después de los conflictos de Bosnia y Ruanda, La ONU aprobó la resolución 1325 que considero que la violación formaba parte de la estrategia de guerra. Fue un hito. La violación fue considerada como un crimen contra la humanidad. “Aprobada por el Consejo de Seguridad en su sesión n 4213a, celebrada el 31 de octubre de 2000, el Consejo de Seguridad de la ONU, insta a todas las partes en un conflicto armado a que adopten medidas especiales para proteger a las mujeres y las niñas de la violencia por razón de genero, particularmente la violación y otras formas de abusos sexuales, y todas las demás formas de violencia en situaciones de conflicto armado. (Resolución 1325- 2000)”. Tras estos días leyendo y escuchando tantos testimonios, sigo sin comprender por qué mi cuerpo continua siendo potencial campo de batalla donde los hombres midan sus fuerzas, y venguen, y humillen, y arrasen y pretendan derrotan a sus enemigos.

    10 responses to “El tenedor

    1. Es imprescindible que esto se sepa, que no se oculte, que no se olvide…porque si paso puede volver a pasar o esta pasando en esos paises en conflicto. Por que ser mujer no ser un objeto en ningun lugar del mundo, a merced de quien quiera.

    2. Es aterrador y…muy descorazonador.
      La única salida posible es educar en la conciencia de que TODOS SOMOS IGUALES. No importa sexo, raza, religión, ideas políticas o status social, porque lo que le hago a otro ME LO HAGO A MI MISM@.

    3. Para quienes dirigen el «sistema» seguramente estos testimonis sólo serán «daños colaterales». Pero en realidad representan un ejemplo claro de la sociedad patriarcal, machista y misógina construida por los hombres a lo largo de siglos y en todos los países sin excepción. Necesitamos seguir sacando fuerzas para mantener la lucha contra el «sistema».

    4. Algo se me ha desgarrado por dentro. Miro mi casa, miro a mi hija de 10 años, me miro al espejo y me desgarro. Pienso en todas esas mujeres, en todas esas niñas. Podría ser yo, mi hija, una vecina..podríamos ser cualquiera de nosotras. ¿Como es posible que lo permitamos? ¿ Como es posible infringir tanto dolor a un ser humano? Que ridículas parecen ahora mis preocupaciones. Que vergonzoso resulta mirar para otro lado.

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